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Laura Marín Castañeda // lmarinc@javeriana.edu.co

El poder enloquece


El poder enloquece; sin mecanismos que lo regulen y controlen, pudre desde adentro a quien lo posee. El inglés Lord Acton lo sabía desde 1887, cuando aseguró que "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Lo advertía también el guitarrista más famoso en la historia del rock, Jimmy Hendrix: When the power of love overcomes the love of power the world will know peace. Las palabras del político y del músico permanecen vigentes años después.

Policías // Bogotá // Fotografía libre de derechos CopyRight

Desde el 30 de enero de este año está rigiendo en Colombia el Nuevo Código de Policía, una norma de 243 artículos que le otorga poder desmedido a una institución armada que históricamente ha abusado de la autoridad que le confieren placa, uniforme y pistola. Para encontrar episodios de sus excesos no hay que ir muy lejos. En agosto de 2011 el asesinato del joven Diego Felipe Becerra a manos de un patrullero de la Policía, no solo se volvió bandera de la brutalidad policial; sino que además se convirtió en insignia de la ineptitud: la condena tardó más de cinco años y el asesino ahora está prófugo. Los policías no conocen límites, y el aparato judicial no conoce la palabra eficacia.

Por supuesto, también hay ejemplos más cercanos en el tiempo. Según la Personería Distrital, tan solo en el primer semestre del año pasado recibieron 34 quejas de bogotanos por extralimitación por parte de la Policía Metropolitana. Uno de estos casos, según informa El Espectador, es el de Rigoberto Abello, un joven de Marcha Patriótica quien con registro fotográfico evidencia que fue brutalmente golpeado y electrocutado con taser en la UPJ de Puente Aranda.

Otras dos de las denuncias interpuestas corresponden a ataques policiales sufridos por periodistas de Citytv, uno ocurrido en la carretera Mosquera - Bogotá, y otro en la estación de TransMilenio de Museo Nacional; en ambos casos el equipo periodístico estaba cumpliendo con su rutina laboral. Por otro lado, hace tan solo unos meses, en la estación de Prado al norte de Bogotá, un uniformado asesinó a un joven de 19 años por colarse en el sistema; según el policía su arma se disparó involuntariamente en la cabeza de la víctima.

Entre otras muchas cosas, el Nuevo Código permite —artículo 163— el ingreso a inmuebles sin ninguna orden escrita en caso de considerarlo de imperiosa necesidad; en otras palabras, cualquier policía puede entrar a viviendas sin preguntar, explicar o pedir permiso. Además, el artículo 164 legaliza la incautación de bienes "muebles, semovientes, flora y fauna silvestre que (…) constituya comportamiento contrario a la convivencia y a la ley". Si me preguntan a mí, no sé si me da más miedo que a mi casa se entren los ladrones o la Policía.

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