Una pareja de excombatientes cuenta las historias detrás de los objetos que les quedaron de la guerra y el reto que ha sido dejar sus fusiles.
Más 50 años de guerra generaron una relación casi indestructible entre armas y guerrilleros. Para muchos fue, hasta el día de hoy, su objeto más preciado. Sin embargo, Luis David, excombatiente de las FARC-EP, asegura que su estadía en el conflicto trascendió el hecho de cargar alguna, pues dejarla fue un acto complicado, pero no el proceso que más le costó. Luego de 10 meses en la zona territorial, ha formado una familia con Carmen, quien espera un bebé que llevará el mismo nombre de su padre. Ella, una mujer con un rostro refinado y marcada timidez, aún guarda aquellos elementos que conformarán para siempre su esencia y han definido un nuevo paso en su historia de vida.
Morral
De un verde oliva que se camufla fácilmente con el color de la tierra, las montañas y toda la naturaleza que rodeó a Carmen mientras operó en el Guaviare. Es una maleta que hoy pesa estando vacía, pero que, en sus tiempos de combate, le alivió la carga de los medicamentos, su ropa y su armamento.
Pantalón y gorro
No importaba la necesidad de ocultarse y andar entre la selva y las montañas. Los colores en el tejido tenían que estar presentes para personalizar su ropa diaria. Ella optó por darle vida a su uniforme tejiendo su nombre a mano y añadiendo detalles femeninos que la hicieran lucir mejor. Su pantalón y su gorro están en su nueva casa gracias al convencimiento de Luis David, quien evitó que los quemara, pues estaba decidida a eliminarlos para olvidarse de sus andares.
Estuche
¡Cuántas ideas genera este objeto! Podría pensarse para un radioteléfono, para sus accesorios personales, para un arma o comida, tal vez para cualquier elemento inútil de ciudad, pero esto que se ve, es un estuche para el jabón. Un elemento que representaba un privilegio medio de la guerra.
Compañía
Carmen y Luis David son seres humanos comunes y corrientes pese a los rigores de la guerra en la cual estuvieron inmersos. Una guerra rodeada de millones de personas, ideas y concepciones. Pero también de selva, ríos, plantas y animales. Aquí la representación de ello, de la importancia que tuvo la compañía de una gatica bebé a la cual Carmen le tejió esta prenda para cuidarla. La gatica fue otro de sus apegos en medio del combate y sigue siendo su cómplice de su proceso de reinserción a la sociedad.
Estas fotos son una muestra de humanidad detrás de tantos mitos y especulaciones frente a personas que han vivido un proceso distinto al de la mayoría. Es una evidencia tangible de cómo Carmen y Luis David mantienen vivos sus sentimientos a través de la relación con sus objetos más preciados. Son conscientes de que quien participa en la guerra jamás vuelve a ser el mismo y de que más que un pantalón, un morral o un gorro, son el reflejo del amor que le tienen a la vida, de la esperanza que han sembrado en su camino y de su ideología firme como luchadores políticos.
“Siempre hemos tenido mejor armadas nuestras cabezas que nuestras manos”, dice Luis. Ver cada elemento es retroceder, pero para tomar impulso y mantener la motivación de construir una nueva sociedad teniendo en cuenta la historia que fue, es y seguirá siendo tan real como los sueños que tenían cuando cargaban un fusil al hombro.