La llegada de los excombatientes al municipio de Icononzo, Tolima, ha roto con años de estigmas de quienes solo los veían como delincuentes.
Fotografía tomada por: Tatiana Reyes
“El campo es el futuro de este país”, asegura Jorge Dachardi, un bogotano de familia humilde que decidió dejar la capital debido a la falta de oportunidades. Hace tres años vive en su finca junto con su esposa en Icononzo, y desde comienzos del 2017 tiene como vecinos a centenares de excombatientes de las Farc.
En un principio estaba muy escéptico por la llegada de este grupo al pueblo. “Nos los habían vendido como si fueran unos monstruos, pero viviendo cerca de ellos, me di cuenta de que son personas humildes, trabajadoras y que siempre están dispuestas a ayudar”, asegura a Directo Bogotá.
Dachardi estudió ingeniería de sistemas y había montado un negocio de venta de computadores, pero con la llegada de los grandes almacenes de cadena perdió su negocio, por lo que empezó a cultivar aguacates y a trabajar en los “expresos”, carros que transportan personas en todo el municipio. Fue gracias a este trabajo que comenzó a interactuar con los excombatientes.
Fotografía tomada por: Tatiana Reyes
“Desde la llegada de las Farc a Icononzo, los campesinos se han sentido motivados para volver a cultivar la tierra”, señala Dachardi, quien destaca que desde que arribaron a la zona han cultivado tomate y fríjol, lo que ha impulsado a los campesinos a sembrar nuevamente cafetales para volver a ser los principales productores de café, como lo fueron durante décadas hasta que la política de los años 80 acabó con la bonanza en el municipio.
Para Dachardi, Icononzo es un territorio de paz en el cual se muestran las bondades de las relaciones sin prejuicios y de darse una oportunidad a reconocer en el otro a un semejante. “Yo en mi camioneta cargo con militares, Policía y excombatientes, todos al mismo tiempo, vienen bien apretaditos, pero yo los hago reír y para mí eso es la paz”, concluyó emocionado.