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Laura Moreno // la.moreno@javeriana.edu.co //

De guerrillero raso a médico empírico


Domingo Estrada relató a Directo Bogotá cómo descubrió su vocación por la medicina mientras estuvo enlistado en las filas de las FARC.

Fotografía tomada por: Laura Moreno

A sus 18 años este joven llanero le dijo sí al grupo guerrillero, después de haber estado alrededor de seis meses trabajando con ellos como ayudante del camión que los abastecía con alimento o novillos terminó adentrándose en la cotidianidad de las Farc.

Luego de que le explicaran en qué consistía el grupo y cuáles eran sus objetivos, Domingo dejó su hogar y con el paso del tiempo los compañeros de guerra se convirtieron en su nueva familia. “Cuando uno trata y convive con todos, es como si fueran la familia, se comparte en las buenas y en las malas, cada uno cuida del otro”, dice con orgullo.

Durante sus 16 años en las filas del grupo guerrillero, este hombre aprendió la importancia de la disciplina y de hacer cosas nuevas cada día. En el monte les daban instrucción a todos los combatientes en distintas áreas, en política, en comunicación y en la que cautivó a Domingo desde su juventud: la medicina.

Algunos camaradas venían con nuevos conocimientos de la ciudad y eran los encargados de enseñarles los primeros auxilios y lo que tenían que hacer para atender a sus compañeros que eran heridos en combate o que se enfermaban por alguna razón. De un comandante aprendió incluso a operar de urgencia.

Hoy, a sus 34 años, Domingo asiste sin falta a los cursos de biología que se dictan en su nuevo hogar, en la zona de reincorporación Antonio Nariño, de lunes a viernes de seis a ocho de la mañana y dedica sus noches a hacer las tareas que los profesores le asignan. Espera poder seguir estudiando para terminar el bachillerato que dejó inconcluso ese 1 de octubre del 2000, cuando se inició en la guerrilla, para después capacitarse como enfermero y estar al servicio, ya no solo de sus camaradas, sino de todo aquel que lo pueda necesitar.

Domingo asegura que una de las cosas que más valora de su nueva vida es poder hablar a diario con su familia que está en Villavicencio. Sus padres y su hermano lo respaldan para que siga adelante y, sobre todo, lo esperan con ansias para compartir juntos sus primeras festividades decembrinas tras el fin de la guerra.

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