A pesar de los daños que causaron con los atentados a oleoductos, los exguerrilleros se muestran preocupados por cuidar su nuevo hábitat y los animales con quienes comparten.
Para Julio Cañón, uno de los cocineros que hacen parte del espacio territorial Antonio Nariño, es de vital importancia la permanencia y la compañía de seres que a lo largo de la historia los han acompañado en su campaña de lucha y revolución. “Nosotros siempre hemos protegido a los animales (…) Eso lo traemos nosotros desde adentro”, afirma.
Y es que en la actualidad los miembros de las FARC trabajan mancomunadamente con Cortolima (Corporación Autónoma Regional Del Tolima) en el proceso de reforestación y siembra de cultivos como el cafeto para solucionar sus necesidades alimentarias y para contribuir con el sostenimiento de la naturaleza.
Sumando el trabajo por la flora y la fauna doméstica, los desmovilizados del espacio territorial Antonio Nariño se encuentran en trabajo de recuperación y salvación del agua. “Estamos recuperando las fuentes de agua que prácticamente se están perdiendo”, sostiene Julio, quien reconoce que durante la guerra muchas de sus prácticas afectaron el medio ambiente.
Y es que aparte de las iniciativas ambientales, los excombatientes se han preocupado por el mantenimiento de decenas de caninos al llamar grupos o brigadas especializadas en cuidado animal, provenientes de Ibagué.
“Que porqué tenía peste había que matarlo, pero nosotros no dejábamos. Esas brigadas vienen porque nosotros las pedimos, porque aquí se enfermaba mucho perro”, le cuenta Julio a Directo Bogotá.
Asegura que la esterilización ha servido para que deje de haber “tanta perramenta” porque, según él, los campesinos tienen muchos perros “mal tenidos” y si uno tiene un animal es para tenerlo bien.