Cortesia de: Revista Semana
En el pasado fuimos ciegos, al dudar de nuestro eterno Procurador que no se pudo reelegir. Sabemos que la cándida intención de sus compadres era devolverle el santísimo favor de darle un puestico y reforzar el adagio “yo te elijo, tú me eliges”.
Gracias a Dios está de nuestro lado el entendido reverendo Alejandro Ordoñez, que se presenta a nosotros como una atalaya para distinguir entre el bien y el mal. Con sus palabras procuraremos no estar tan jodidos y dar pie con bola con la verdad entre tanta paparrucha y sobeo.
Ahora sabemos que cada disertación perseguía un fin moral más excelso, que le hacen digno de portar tan lustrosas calzonarias. Asombrosa la conclusión que nos ha regalado, para así por fin desenredar las ambiguas caras de los "Fajardos" y "Petros" de la política: la diferencia entre un ñero y un hippie.
Ojalá queden labradas sus palabras en los cuadernos de la historia para que pueda vivir hasta la eternidad. Desde aquí, vitorearemos la anticipada victoria de la ilustre consulta y afirmaremos las irremediables diferencias del hombre y la mujer mientras tuiteamos contra Marta Lucía. Amén.