Todos hemos visto anuncios como los que vemos abajo, pero lo cierto es que encontrar un trabajo real y digno en Colombia es una odisea.
Foto por: Nancy Rocio Beltrán Ramírez
En los periódicos abundan los anuncios de sacerdotisas, brujos, hechiceros y demás personajes que aseguran amarrar a la pareja, hablar con un ser querido fallecido, quitar el mal de ojo y hacer milagros, menos el de conseguirle al cliente un trabajo cerca a la casa.
Luego viene la búsqueda en internet. Con innumerables páginas de dudosa procedencia, ofrece el trabajo soñado: desde tu casa, solo con internet, se pueden contestar encuestas, cuando no se trata de la bien conocida (y odiada) Merlim Network, una empresa de esas multinivel, donde pagas por “jugar” en línea y, te dan 11 dólares diarios.
Ahora, con las redes sociales también se han creado grupos del tipo busco/ofrezco empleo, donde realmente son más las personas que buscan y que apelan a las emociones con sus historias para obtener ayuda.
Aunque estas tres formas de encontrar empleo son bien usadas, aun se acude en gran medida a leer y anotar los números escritos en anuncios pegados en ventanas. Allí se encuentra en peligro, el pudor, pues los trabajos que buscan de “mesera, alta, hermosa”, pueden ser para webcam, acompañantes y hasta prostitución.
Si logras dar con una oferta que parezca decente, verás que el cargo cambia: si es atención al cliente, asesor comercial, talento humano, operadores o parecidos, lo más probable es que termines vendiendo perfumes en la calle por comisiones paupérrimas, o metiéndole catálogos a tus vecinas.
Pero lo más duro es llegar a la convocatoria donde te puedes encontrar con el 20% de los jóvenes desempleados en Bogotá. Entonces estás de pie todo el día, en filas que le dan tres vueltas a la manzana, y al llegar te dicen: “Se acabaron los cupos, haga la otra fila”.