En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO), la cantautora colombiana Marta Gómez habló con Directo Bogotá acerca de su nuevo disco 'La alegría y el canto' y sobre la importancia de empoderar a las mujeres.
Marta Gómez interpretó 'Lo innombrable' en el homenaje para mujeres victimas de violencia llamado 'Para la guerra nada' // Foto por: Mariana Escobar Bernoske
Sencilla, descomplicada, maternal, risueña, feminista y orgullosa de sus raíces latinas a pesar de que vive en Barcelona. Así es Marta Gómez, una valluna ganadora de dos Grammy Latinos, quien ha compuesto más de 100 canciones y desde muy joven llevó al exterior el folclore de América Latina. “Es un orgullo total”, afirmó en una entrevista para Directo Bogotá, tras su presentación en la Feria Internacional del Libro (Filbo).
En medio de un auditorio lleno, aplausos y lágrimas, Gómez cantó desde el alma y antes de despedirse dijo: “Es indispensable que todas nos empoderemos porque desde lo femenino vamos a encontrar un camino hacia la paz. Ya le dimos mucho a lo masculino y no hay una solución, tenemos que balancearlo para encontrar un punto de encuentro”.
Gómez participó en la franja de la Filbo ¡Que viva la música!, donde presentó su nuevo álbum La alegría y el canto. La cantautora habló sobre la presencia de la literatura en sus canciones junto con el poeta Federico Díaz-Granados y cantó en el homenaje para mujeres víctimas de violencia de la Fundación Cultural Canto Verde 'Para la guerra nada'.
Directo Bogotá (D.B.): Usted se define como una mujer del mundo, pero ¿qué se siente estar de vuelta en Colombia?
Marta Gómez (M. G.): Yo soy feliz, me encanta estar aquí. Por supuesto es diferente, yo lo que siento cuando digo que soy de todas partes, es que me siento cómoda en todos lados. No soy de esas de ¡ay! sí los frijolitos, no. Pero obviamente estar en mi casa es lo más. Me encanta cantar y que mis papás, mis amigos estén ahí.
D. B.: Es parte de la franja ¡Que viva la música! ¿Qué se siente participar en la Filbo en su carrera como compositora y cantante?
M.G.: Yo estoy súper contenta, es la primera vez que hago parte. Es un orgullo total, me encanta la feria y no la puedo ver desde que no vivo acá. Yo de chica iba siempre. La Fundación Cultural Canto Verde me contactó a través de mi página web e inmediatamente dijimos que sí. Estoy feliz y muy orgullosa.
D. B.: Su nuevo disco La alegría y el canto lo ha definido como una fiesta. Este se aleja un poco a lo que normalmente son sus canciones, las cuales son más nostálgicas y aquí le da un vuelco al estilo ¿Qué significa este disco en este momento de su vida?
M.G.: ¿Sí? no me pareció, pero bueno me gusta que lo sientas así. Yo creo que cada disco refleja lo que estoy viviendo en ese momento. Claro hay discos más duros, Musiquita es uno de esos. Estaba pasando por una separación, y los de niños, pues bueno, son mi reflejo de ser mamá.
Entonces, este para mí fue muy chévere porque es eso, una alegría. El hecho de que cada canción sea con una persona diferente me encanta, porque lo puedo ver con más perspectiva. Yo digo: "¡Ay divina esa canción!", porque ya deja de ser mía, con mis propias canciones no digo eso. Estas las puedo valorar más.
D. B.: ¿Existe alguna relación entre este disco con el tatuaje que tiene que dice “Ensayar en la tierra la alegría y el canto”?
M.G.: Sí, por supuesto. El tatuaje es de una canción argentina que se llama La canción para un niño de la calle. Lo tengo hace tiempo pensando en eso, que lindo sería ensayar en la tierra, la alegría y el canto. Cuando estaba pensando en un nombre para el disco, me gustaba que hubiera dos palabras porque las canciones son dúos. Y entonces dije alegría y canto.
D. B.: El disco contó con el apoyo de miles de personas a través de la plataforma de crowfunding Kickstarter, una de las opciones era recibir junto con el CD uno de sus libros favoritos. ¿De dónde surgió esta idea?
M.G.: Para mí la literatura es súper importante, hace parte de mi vida y de mis canciones. Pienso que las artes están ligadas y me parece un error que las desliguen. Yo, por ejemplo, analizo cantautores y canciones, pero también poetas, cuentos y novelas que me ayudan a componer. Entonces, por eso puse esa opción para alguien que quiera que yo le mande uno de mis libros referentes y le ponga una nota, qué fue lo que me gustó, le señalo cosas, y así.
D. B.: En este disco hay una canción para las mujeres, Lo innombrable. ¿Cómo nace?
M.G.: Era un día que estaba muy triste llorando mucho y se me vino a la mente la primera frase que es “en mis ojos cabe todo el dolor del mundo”. Sentí que a través mío no solo lloraba yo, sino que lloraban muchas mujeres. Ya con eso en la mente empecé a pensar en todo lo demás, como que también en mi vientre cabe todo el amor… La sangre también. Casi no se habla de menstruar y pensé: “parece que la sangre de todas las mujeres está saliendo de mí hoy”.
Sentí eso, quería expresarlo. Por eso llamé a Raquel Riba Rossy, un personaje maravilloso, y le dije: “yo quiero tener tu perspectiva, de mujer más joven, mucho más empoderada, que ha sufrido, de pronto menos que yo, pero la ha tenido más clara". Si bien yo nunca he sido víctima muy fuerte del machismo, por supuesto que lo he vivido. Me ha ayudado muchísimo conocerla, me ha hecho sentirme más mujer, más femenina y feminista.
D. B.: Entonces, ¿para usted qué significa ser mujer?
M.G.: ¡Uh! muy difícil. Ser mujer es… No, no sé. Es como una fuerza… Es impresionante. Las mujeres tenemos una capacidad de poderío increíble. Sí, fuerza, es la primera palabra que se me viene a la cabeza. Una mujer por un hijo puede matar o darlo todo, podemos hacer de todo. Ser mujer es una fuerza natural increíble.
D. B.: Retomando la canción Lo innombrable, al fin y al cabo, ¿qué sería eso innombrable?
M.G.: Salió de un libro que se llama Lost in translation, que es espectacular. Lo escribió una chica y es sobre palabras de varios idiomas del mundo que no tienen traducción. A mí el libro me mató de la felicidad. Yo era: "¡No puede ser!". Un día le dije a mi esposo, que no se lo había leído, “necesito que leas el libro porque tengo que decirte cosas y me tienes que entender”. Y él me dijo: “Bueno qué pasa con lo innombrable, con lo que no tiene palabra”. Y de ahí como venía con esta idea dije ¡Ah! Y lo innombrable también cabe en mi voz.
D. B.: ¿Y esto innombrable podría ser algo de mujer feminista?
M.G.: Por supuesto, pero hombre también, la verdad no me gusta dividirlo mucho. Nosotras sufrimos mucho y ellos también lo hacen. La distinción que se hace es que hay un paso que nosotras no pudimos dar. Hoy en día seguimos cobrando menos, no podemos salir solas, nos toca aguantarnos que nos digan cosas “todos los hombres”. Y es que hombre también significa mujer. Son pequeñas y grandes cosas, por eso hay que hacer la distinción, pero yo siento mucho el sufrimiento humano, me duele verlo.
D. B.: Tras su participación en el homenaje a mujeres víctimas de violencia 'Para la guerra nada' ¿Cómo se siente?
M.G.: Muy feliz y emocionada. Ha sido un día muy lindo, de muchos sentimientos. Aparte este espectáculo de 'Para la guerra nada' fue después de ver a Íngrid Betancourt y a Florence Thomas y fue un momento de demasiada emoción. Es una cosa muy sanadora y muy bonita.
D. B.: ¿Qué le diría a todas esas mujeres que han sido víctimas de violencia y tienen miedo?
M.G.: Que no tengan miedo a hablar, a denunciar. Que, aunque la justicia no esté de su parte, como acaba de pasar en España, el mundo sí, nosotras y nosotros sí. Somos muchos más los que les creemos que los que no.
Cuando pasan cosas como las de Pamplona, que una chica fue violada y no se resistió violentamente para que no la mataran, y luego el juez dictaminó que no era una violación, se genera un sentimiento de infelicidad colectivo de mujeres y hombres. Aunque el mensaje de la justicia es absolutamente patriarcal y obsoleto, el mensaje de mundo entero es claro y firme: no es no, y si una mujer está quieta en un acto sexual, es una violación.
La invitación es esa, a no tener miedo, porque cuando esas cosas pasan, se retroceden diez años. Nos sigue dando miedo porque seguimos siendo, supuestamente, culpables. No son culpables, les creemos y hay que seguir adelante. Obviamente ya hay generaciones distintas. Yo creo que ya muchos de nuestros chiquitos hombres están aprendiendo que no es no y, para eso, todos tenemos parte y todos tenemos culpa.
D. B.: Teniendo en cuenta el contexto por el cual está pasando Colombia ¿Cree que la cultura es un mecanismo para salir de la violencia y empoderar a las mujeres?
M.G.: Es el único o, por lo menos, el más eficiente. El arte, la canción, la poesía son la manera directa de llegar a fibras. Está comprobado que cuando hablamos o alguien nos habla estamos pensando. Y mientras el cerebro controle puede que las emociones no se expresen. Con la música y el arte no pasa así: estas llegan y atraviesan directo al corazón. Eso es lo que necesita Colombia y todas estas mujeres en este momento. Además, nos lo merecemos.