La Leucosis Bovina es una enfermedad silenciosa que afecta el ganado y está por demostrarse si afecta a los humanos, en particular, si está asociada al cáncer de seno. Debido al insuficiente control por parte del Estado y del gremio ganadero, el peligro está latente en los hatos. Estuvimos en Subachoque, Cundinamarca, una de las zonas afectadas por esta enfermedad, donde el único mosqueado por el problema es el veterinario.
Vaca de raza Simmental en finca de Subachoque // Fotografía de: : Laura Camila Salazar
El virus de la Leucosis Bovina (BLV), o como lo nombra María Fernanda Gutiérrez, viróloga de la Pontificia Universidad Javeriana, ‘el sida de las vacas’, es una enfermedad viral que afecta al ganado bovino y genera tumores malignos en tejidos del sistema inmune. La mayoría de las veces es asintomática, sin embargo, cuando se manifiesta ocasiona problemas como bajo peso y disminución en la producción de leche, lo que resulta en pérdidas económicas para los ganaderos.
La enfermedad es de incidencia mundial, y aunque en países europeos como Bélgica, Dinamarca y Alemania está controlada, en Colombia hay focos de infección en regiones con mayor influencia ganadera que abarcan Nariño, Antioquia, Meta, Córdoba, Cesar, Boyacá y Cundinamarca. Muchos ganaderos desconocen esta enfermedad por lo que ignoran las medidas de prevención.
Las principales formas de transmisión de la leucosis son: a través del contacto directo durante la cópula, de la vaca al ternero durante la lactancia, infección del feto como consecuencia de paso del virus a través de la barrera placentaria, por picadura de insectos que se alimentan de la sangre o mediante contacto por malas prácticas veterinarias. La profesora Gutiérrez afirma que estas malas prácticas son la forma de transmisión más común dentro de las fincas, por lo tanto, junto con VecolS.A —empresa colombiana de productos veterinarios— en el ‘Manual para el Manejo de la Leucosis Bovina’, recomienda principalmente tener un diagnóstico temprano de todos los animales en el hato, lo cual es posible con una prueba de laboratorio. Posteriormente, si el resultado da positivo, se debe separar al animal lo más rápido posible para evitar que este contagie al resto del hato y sacrificarlo.
El único doliente
Como veterinario profesional y con gran interés en determinar la prevalencia del virus de la leucosis en bovinos de raza Simmental, Eric Schachtebeck, en un procedimiento normal, dispone de agujas e implementos para tomar las muestras que requieren un diagnóstico. Toma a la vaca con una cabuya atada al hocico y la pone en un brete o contra la cerca para asegurarla. Luego, coge la cola de la vaca e inserta la aguja en la vena coccígea, ya que es más fácil sacar sangre de allí. Posteriormente, marca el tubo con el número de identificación y toma datos como nombre, edad de la vaca y la finca a la que pertenece.
Según Schachtebeck, las razas que predominan en la zona son Normando, Holstein y Simmental, y según sus constataciones, en esta última —la cual es doble propósito (leche y carne)— aún no se han presentado estudios que confirmen la presencia del virus.
Las muestras que toma el Eric Schachtebeck son enviadas al laboratorio de María Fernanda Gutiérrez, quien evalúa las muestras en los laboratorios de ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana junto con sus estudiantes. Allí utilizan una prueba Elisa, que consiste en buscar los anticuerpos que el animal ha producido al tener contacto con el virus. En un laboratorio comercial, esta prueba tiene un costo aproximado de $22500 pesos por muestra y el resultado tarda alrededor de 8 días.
Al igual que María Fernanda Gutiérrez, él está convencido de que es importante prevenir la leucosis porque “genera pérdidas productivas, pérdidas en la reproducción; si bien no causa abortos, sí hay afecciones en el feto. También hay descarte de animales y, por ende, pérdidas económicas para el ganadero. Cuando uno de ellos vende una vaca con leucosis, su nombre y el de su finca se ve afectado”.
¿Cómo se transmite la leucosis? // Infografía de: Laura Camila Salazar
Panorama en Subachoque
Algunos finqueros tienen conocimiento del virus y la manera en la que este puede afectar su ganado, por lo tanto, siguen un protocolo: verifican que las vacas que hayan comprado recientemente vengan de fincas donde no haya presencia del virus y contactan a veterinarios como Eric Schachtebeck para realizar un control del ganado que llegan a sus predios.
No obstante, en fincas donde no se hace control existe la probabilidad de que el virus esté presente con el riesgo de que infecte una buena parte del ganado. De acuerdo con esto, se pueden dar tres escenarios: uno, en donde los finqueros no conocen el estado de algunos individuos de su ganado; otro en el cual saben cuáles individuos están infectados, sin embargo, no siguen el protocolo sugerido por el veterinario, el cual es sacrificarlos y no mantenerlos en la finca con la posibilidad de infectar al resto del ganado. En los casos más preocupantes, venden la vaca a un menor precio a otro finquero que no tenga conocimiento sobre la enfermedad, en ferias de ganado, donde no se piden certificados explícitamente para ésta enfermedad; o la venden a mataderos para comercializar la carne, que será consumida en la capital o en las cabeceras municipales cercanas.
Recomendaciones para evitar la transmisión del virus
Inseminar al ganado únicamente con semen certificado o de toros negativos.
Cuando realice palpaciones, usar guantes desechables por animal.
Evitar el hacinamiento por unidad de superficie con el fin de impedir que haya contacto físico y transmisión del virus por vía horizontal.
Controlar parásitos e insectos hematófagos en la zona.
Controlar y desinfectar los medios de transporte que entren al predio.
Realizar campañas de educación.
Verificar que los animales nuevos que ingresen al predio sean negativos para leucosis y cumplan con la cuarentena antes de mezclarse con el grupo.
Evitar la introducción de bovinos infectados, o materiales y productos derivados de animales que provengan de predios que tengan la enfermedad.
Realizar procedimientos como vacunaciones tomas de sangre u otras muestras biológicas con un equipo.
Vista de un hato en Subachoque // Fotografía de: Laura Camila Salazar
Ciertos administradores de los predios, quienes cuidan las fincas mientras que los dueños viven y trabajan en Bogotá, afirman que aunque no saben exactamente qué es el virus de la leucosis, tienen conocimiento de este y las implicaciones para el ganado. Un buen número de fincas en la zona siguen el protocolo y contratan a personas como Eric Schachtebeck para controlar la sanidad de sus animales.
Ahora bien, no todos los dueños o administradores han hecho un buen manejo de su ganado. Uno de ellos dice que “en la finca hay vacas con la enfermedad, puesto que hace un año no seguíamos el protocolo y compramos unas vacas en otra finca que resultaron con el virus. Aquí sabemos cuáles tienen el virus y las separamos del ganado sano. Algunas de las vacas que llegaron enfermas se vendieron por un menor precio a personas que no saben del virus, por ejemplo, si una vaca en buen estado vale diez millones de pesos, damos la enferma en ocho o siete millones y no decimos que tiene leucosis para venderla más rápido. Otras veces se vende la vaca a mataderos para el sacrificio y a esas se les saca carne”.
Eric Schachtebeck trabajando en conjunto con un administrador
de una finca en Subachoque Fotografía de: Laura Camila Salazar
En otro caso, uno de los administradores de una finca con 17 cabezas de ganado, relata que “cuando llega una vaca externa verificamos que esta venga de dato libre, es decir, que venga de una finca que esté libre del virus. Pero para confirmar que esto sea verdad, se hace el sangrado y se analizan las muestras; si la vaca que va a entrar nueva a la finca sale positiva para el virus, se descarta. Aquí se hace un control cada año para verificar que ninguna vaca esté enferma. Los controles son necesarios para que los animales salgan a la feria a competir. Ganar premios en estas competencias, si bien no genera dinero, da reconocimiento para las fincas y en especial para el toro que participó”.
A propósito de toros, en esta última finca habita Rakim, un bravo e imponente toro de 9 años y casi una tonelada de peso, quien ha sido ganador en 14 campeonatos a nivel nacional y regional y en un gran campeonato a nivel nacional en Agroexpo. En estos se evalúan el aspecto y elegancia del animal. Además de observar el peso, tamaño, raza, presentación y hasta la forma en la que se desplaza, los campeonatos también verifican que los participantes cumplan con los cuidados y las normas de sanidad.
Falta de controles
Estudios realizados en el año 2001 y 2017 por investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos y Australia, respectivamente, y por la profesora Gutiérrez y su equipo en el año 2006 y 2013 en Colombia muestran que existe una relación entre el virus de la Leucosis Bovina y algunos casos de cáncer de seno. En ninguno de los estudios se plantea una relación de causalidad entre la presencia de partículas virales, transmitidas a través del consumo de carne y leche, y el desarrollo de los tumores.
Datos de prevalencia proporcionados por María Fernanda Gutiérrez y Vecol // Infografía por: Laura Camila Salazar
Sin embargo, en un país como Colombia donde el virus no es de regulación oficial, las entidades del Estado no ejercen control sobre su dispersión y no demuestran interés en su detección temprana y en la toma de medidas para frenar su expansión. La eventual clasificación del virus como una zoonosis podría representar un grave problema de salud pública.
Según Carlos Cruz, funcionario de la subgerencia de Protección Animal del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), “la entidad no realiza actividades de regulación de esta enfermedad, ya que no es de control oficial (como sí lo son la fiebre aftosa o la brucelosis bovina, por ejemplo), a pesar de ser de notificación obligatoria por parte de los ganaderos”.
Datos de prevalencia de acuerdo con ‘Carta Fedegán’ // Infografía por: Laura Camila Salazar
Por otro lado, en la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), fue eliminada la subgerencia de sanidad animal hace algunos años, por tal razón, nadie respondió a las preguntas hechas para la elaboración de este reportaje. Sin embargo, un artículo del director científico del Laboratorio Médico Veterinario (LMV) Victor Cotrino B., publicado en Carta Fedegán —revista de la federación en su edición 142 del 2014—, reporta la existencia de casos en la región Caribe, Andina y Piedemonte llanero en estudios de referencia. Además, de acuerdo c0n un servicio de diagnóstico realizado en 2004, encontraron 435 reactores positivos en un seguimiento a 985 vacas en 14 hatos productores de leche. Afirma igualmente que “este índice de positividad es similar al visto en distintas muestras que llegan de diferentes zonas del país y se podría tomar como un ejemplo del incremento en la seropositividad a nivel nacional”.
Para Cotrino, un programa de erradicación directa basado en la identificación y eliminación de los positivos no es viable debido a los costos que representaría. Entonces la federación considera la posibilidad de desarrollar un programa para evitar la difusión de la enfermedad en los hatos y la introducción de animales positivos, en donde haya participación activa de todos los estamentos que conforman el sector productivo: asociaciones de productores, productores independientes, veterinarios, centros académicos y el compromiso del sector oficial que fije normas, estimule a los ganaderos que ingresen al programa y limite el comercio de animales positivos para cría y/o mejoramiento.
El refrán que titula el reportaje hace referencia a situaciones donde la culpa es de cualquiera, excepto de los principales responsables. En este caso, la culpa es del Estado y del gremio ganadero, que evaden las responsabilidades inmediatas porque la investigación científica va a un ritmo más lento y mientras tanto podemos estar frente a un problema de gran envergadura. De acuerdo con María Fernanda Gutiérrez, si queremos un hato sano, consumir carne y productos lácteos de calidad y que nuestras vacas compitan en un mercado internacional, hay que trabajar para la erradicación del virus en nuestro medio.