Llegué a las 9 de la mañana a la portería del edificio donde vive Fanny Buitrago, en la calle 5ta con avenida 19, para desayunar y hablar de su más reciente obra Cuentos, en donde ubica a sus personajes en lugares icónicos de Bogotá.
Foto del actual Bosque izquierdo. FOTO: Pablo Iriarte
A pesar de que nació en Barranquilla y vivió una buena parte de su juventud en Cali, Fanny dice ser “más bogotana que todo”. Y esto no es casualidad, pues ya desde su primera visita, cuando tenía escasos cuatro años, se percibía el nacimiento de un vínculo muy especial entre la escritora y esta ciudad. “Mi papá nos trajo a Bogotá y llegamos a la casa de una amiga de él. Nos metieron en la cama, y llovía, y llovía, y llovía, y nos dieron una changua”. No se me ocurre un contacto más genuino con Bogotá que ver llover mientras se come changua. Fanny no tiene un hogar determinado en el mundo, pero dice que “el lugar donde más he vivido es Bogotá. Yo vivo casi todo el año en Bogotá, por los menos 7 meses”.
Fue en Cali donde se dio cuenta que lo suyo era la escritura y donde, con sólo 18 años, escribió una de sus novelas más importantes: El hostigante verano de los dioses. Aunque rápidamente viajó a Bogotá, que sin duda sería su lugar consagratorio como escritora. Cuando llegó a los veinte años a la capital se enfrentó, por primera vez, al frío. "Vivía en una casona, con una habitación alquilada. Ya había publicado dos relatos en El Tiempo y en El Espectador, que me hicieron Fanny Buitrago en ocho días”.
Para Fanny, Bogotá es una ciudad maravillosa y le encanta. Me nombró El Tequendama, el Parque de la Independencia y la Carrera Séptima pero el lugar que describió con mayor entusiasmo fue el Eje Ambiental.
El archivo de todos los libros de Fanny que guarda su hermana Letty. Procura tener dos copias de cada edición y tener todas sus traducciones. FOTO: Pablo Iriarte
“Como yo siempre he vivido en el Centro desde que llegué a Bogotá, aquí están los lugares que me encantan. Por ejemplo, el Eje Ambiental. Caminar por el Eje Ambiental para mí es una maravilla, porque me voy hasta la Jiménez, después hasta la Universidad de los Andes. Hay árboles, hay parejas con sus niños, hay el señor que lleva el perro, hay el señor mayor que ya no tiene trabajo pero que se disfraza y que cobra por las fotos a los turistas, hay también una cantidad de pequeños restaurantes muy hermosos (…) Pero a la vez está el aliento del barrio. Hay zapaterías, hay carpinterías, hay el señor que tiene su taller allá metido, hay la calle estrecha, el encuadernador, la fotocopiadora, toda esa parte es un encanto”.
Todos estos lugares que atraen a Fanny aparecen en sus libros. En Cuentos hay dos lugares que tienen un gran significado para ella: Bosque Izquierdo y la Carrera Séptima.
Si comparamos la descripción del barrio Bosque Izquierdo que Fanny hace en su libro Cola de Zorro (1970) con la de Cuentos (2017) uno queda sorprendido e incluso triste. Es un cambio desgarrador.
En el primero se refiere a ese barrio como “un sector complejo, predilecto de artistas e intelectuales, al borde de los cerros. Familias de la alta burguesía con sus amplios y cuidados caserones, conferían especial belleza al lugar”. Mientras que, en el cuento de New York, New York se habla de Bosque Izquierdo como “un adefesio de nuevos ricos”. En el cuento uno de sus personajes, Salvador Oviedo, vinculado con el narcotráfico, la prostitución y la esclavitud tiene un apartamento en ese barrio.
Es tan real el cambio que se produjo en este barrio que Fanny me confesó que el personaje de Salvador Oviedo existió y cuando uno lee ese cuento siente escalofríos cada vez que Oviedo aparece en las líneas. Poco a poco los intelectuales y los artistas se han visto en la obligación de abandonar su tan querido Bosque Izquierdo por la peligrosidad de estos nuevos vecinos. De hecho, Fanny cuenta que vivió un tiempo en ese barrio y que tiene recuerdos muy hermosos como el de la Casa Ancora, pero que dejó de ser lo mismo desde hace un buen tiempo.
Estado actual de la casa Ancora. FOTO: Pablo Iriarte
Comparto plenamente la percepción de Fanny sobre el Bosque Izquierdo. Se ve una cantidad anormal de camionetas blindadas y escoltas que generan mucha tensión cuando se camina por las inclinadas calles de este barrio. Hay un silencio abrumador, como si fuera prohibido hablar.
A pesar de que quedan vestigios de ese barrio elegante que albergaba a los intelectuales de nuestro país, se nota con facilidad que ese espíritu se está desvaneciendo cada vez con mayor rapidez. Ya no parecen ser suficientes los árboles, la naturaleza y lugares como la Casa de Risaralda para detener este atropello. Sólo basta con mirar en lo que se convirtió la casa Ancora Editores. Ese lugar que recuerda Fanny con tanto amor y apego, hoy en día es un basurero abandonado.
El segundo lugar que menciona es la Carrera Séptima. A pesar de que dijo que “ahorita está destruida pero la Séptima tiene su gracia”, siempre ha tenido un valor fundamental en sus novelas.
Foto del caos y tráfico habitual en la carrera 7ma al frente de la Universidad Javeriana. Se ve una protesta de la U. Distrital. FOTO: Pablo Iriarte
En Cola de Zorro escribe: “la carrera séptima arteria de la ciudad, se movía con ritmo acelerado frente al Parque de la Independencia”. Sigue considerando que es la artería de la ciudad, pero advierte que el recorrido del centro se ha vuelto muy caótico. Para Fanny la 7ma: “Se convirtió en un despelote, pero hay una cosa muy interesante, como yo la veo, por supuesto, y es que Bogotá es el único sitio en el que se baila en la calle de día”.
El afán y el desorden se han mantenido intactos en la carrera 7ma desde que escribió Cola de Zorro hace casi cincuenta años. En otro de sus cuentos, Ser del Arcángel escribió: “ventanales que miraban el verde movedizo de los jardines de del Parque Nacional, en donde el impacto y el tráfico de la carrera séptima no se escuchaban”.
Por último, quiero citar una descripción fascinante de Bogotá que Fanny hace en Rojo Constante, otro de sus cuentos: “Esta es la historia del poeta Orígenes Cardona, quién vivió y murió en Santafé de Bogotá, la ciudad de intensa neblina y crepúsculos diáfanos, ardiente o helada entre las montañas, pintada en sus engañosos veranos de azul añil, caótica bajo los aguaceros torrenciales”.