A casi dos años de firmado el acuerdo de paz, DIRECTO BOGOTÁ acompañó a la Agencia para la Reincorporación y Normalización -ARN– a uno de los municipios que vivieron el agobio de la guerra: San Vicente de Chucurí (Santander) para presenciar el grado de 25 excombatientes. Aquí la historia.
FOTO: Rakshman Arámbulo
En San Vicente de Chucurí, en el noroccidente del departamento de Santander, 25 personas que hasta hace poco pertenecieron a las Farc, al Eln y a las AUC están produciendo un cacao con calidad de exportación. DIRECTO BOGOTÁ asistió a la ceremonia con la que sueñan transformar sus vidas.
A través del Gobierno Nacional y la Agencia para la Reincorporación y Normalización -ARN– estos hombres y mujeres compartieron un mismo espacio, cosa que en el pasado era impensable. Debió ser una sensación muy rara convivir con quienes eran hasta hace poco, acérrimos enemigos. Nadie se imaginaba que ‘farianos’, ‘elenos’ y paramilitares estuviesen en un mismo salón. Mucho menos ellos.
FOTO: Rakshman Arámbulo
La idea de la ARN, que lidera el esfuerzo institucional, era mejorar la calidad de vida de todas estas personas venidas de la guerra y que tomaron la decisión de dejar las armas. Todos recibieron los estudios necesarios sobre el cultivo del cacao y su producción, mediante una alianza estratégica en la que participaron diversas instituciones como el SENA, USAID, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la empresa privada a través de FEDECACAO.
Este fruto supone la transformación de estas 25 personas, la mayoría de ellas muy jóvenes, con edades que oscilan entre los 18 y 28 años de edad, quienes, en su intento por reincorporarse a la sociedad, utilizan este producto de uso lícito (el cacao) como medio para salir adelante.
Durante tres meses, investigaron, estudiaron y sembraron este producto en un ambiente de compañerismo y armonía por los nuevos tiempos que viven, tras la firma del último acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc (el 24 de noviembre de 2016).
FOTO: Rakshman Arámbulo
Tras cumplir intensas jornadas, la capacitación llegó a su fin y los estudiantes tuvieron su recompensa: el título que los certifica como productores de cacao. De entre estos, unos cuatro recibieron su diploma de bachiller, por haber culminado sus estudios básicos con el apoyo brindado por el colegio municipal CAMILO TORRES.
Eduard Baquero, presidente ejecutivo de la asociación gremial FEDECACAO, señaló que estas personas culminan hoy no solo un proceso de capacitación sobre cacao, sino también aprendizajes relacionados con la convivencia en este lado de la sociedad. Cosas tan sencillas como “aprender a solucionar sus diferencias mientras producen uno de los mejores cacaos de Colombia”, agrega Baquero.
Para los funcionarios de las diferentes instituciones fue una satisfacción ver cómo estas personas decidieron dejar las armas por un par de tijeras, una navaja, una segueta. Todos elementos necesarios para el cultivo del cacao. Estas herramientas las recibieron completamente nuevas en un kit por parte de la ingeniera Jaqueline Vargas, directora regional del gremio.
FOTO: Rakshman Arámbulo
Ese día terminó con una ceremonia cargada de alegría y sentimientos encontrados. María Ladino, una de las graduandas, quien en su vida pasada perteneció a filas de grupos ilegales, expresó que se siente satisfecha por llegar hasta donde y está orgullosa de sí misma. Según sus palabras, sí se puede cambiar, independientemente de lo que haya pasado anteriormente.
Esta mujer se refirió a su condición femenina en mundo clandestino como el que le tocó vivir desde niña. “Pertenecí a un grupo armado desde los 13 años y, la verdad, fue una experiencia bastante complicada y más por el hecho de ser mujer. (…) Pronto tomé la decisión de desmovilizarme, de saber que ese no era el camino. Por el contrario, uno puede lograr salir adelante. Ser mujer es ser valiente”, dijo.
Los birretes en el aire, dieron por terminado el acto protocolar, pero también marcaron el inicio de un nuevo camino, el cual está lleno de metas y ganas de olvidar el ambiente hostil que se vivió en la guerra, sin olvidar que este camino es difícil, lleno de incertidumbres y que son ellos, en buena parte, responsables del futuro hacia la paz que tanto anhela el país.
FOTO: Rakshman Arámbulo
Este proceso que se vivió en San Vicente de Chucurí es importante porque, según datos de la Fundación Ideas para la Paz –FIP-, muchos de los exintegrantes de las FARC-EP han abandonado los territorios donde suponían su integración, por falta de garantías y seguridad jurídica, que no les ha permitido obtener empleo, apertura de cuentas bancarias y otra vida.
Desde la firma de los acuerdos de paz hasta el día de hoy, más de 11.475 guerrilleros entre hombres y mujeres se han desmovilizado, según la ARN, es decir ya casi dos años, cifra que alienta a las autoridades a trabajar por la reincorporación de estas personas, ofreciéndoles una segunda oportunidad.