Ángela Romero es una mujer de 23 años que se dedica a “calibrar” los buses en el sector de Galerías desde hace más de 9 años, dándoles a los conductores de las rutas C-42 y 97 el tiempo y la frecuencia con la que han pasado sus compañeros o competidores por la Calle 53 con 24, datos que evitan el “enganche” de los buses o la “guerra del centavo”. Estos datos son intercambiados por una o dos monedas como pago por la información.
Ángela Romero // Calle 53 con Carrera 24 // Bogotá D.C // Foto tomada por Santiago Cardona
“Llego a las 6:50 a.m. y me preparo para estar con celular y cuaderno en mano a las 7:00 a.m. Desde ese momento no paro de hacer llamadas y anotar números, es un ajetreo muy berraco, pero gracias a Dios tengo un trabajo digno, pues yo creo que es digno porque no le hace mal a nadie”, dice Ángela mientras camina hacia uno de los buses con algo de prisa y entusiasmo.
No trabaja en una empresa o compañía, pero tiene un horario laboral fijo, no tiene un jefe o patrón, pero sí 80 conductores que esperan diariamente sus cálculos; no recibe sueldo o salario mensual pero la suma de todas las monedas le alcanza para sobrevivir durante todo el mes. “Un día normal recojo $50.000 y si estuvo bueno son $60.000, no tengo quien esté detrás de mi todo el día y puedo incluso compartir tiempo con mi hijo, pues a las 4:00 p.m. cierro este cuaderno y apago este celular, y la calibradora de buses pasa a ser ama de casa”, afirma la mujer mientras se ríe y le hace señas con sus manos a un conductor de la ruta que se dirige al Centro Comercial Andino.
Ángela tiene un hijo de cuatro años a quien mantiene en solitario y le brinda todas las comodidades que este necesita gracias a su trabajo informal, incluyendo jardín escolar, curso de fútbol y salida a Mc Donald’s. “Mi prioridad es darle todo lo que pueda y pues hacerlo sentir bien, que sueñe en salir adelante y sea una buena persona como su mamá”, bromea de nuevo, y anota el número 10808 en su cuaderno argollado, tan pulcro y organizado como si se tratara del de una estudiante de bachillerato.
Ángela Romero // Barrio Galerías // Bogotá D.C // FOTO: Santiago Cardona
Oscar Sandoval Hormaza es conductor de la empresa Transportadores Panamericanos S.A, maneja uno de los buses que circula por el barrio Galerías, es cliente frecuente de la información que, de lunes a sábado, es recopilada por Ángela para beneficio, no solo de los choferes, sino también de los mismos usuarios, ya que de los calibradores depende que buses y busetas pasen frecuentemente por los paraderos y no se “enganchen”; hecho que sucede cuando dos rutas que realizan el mismo recorrido se encuentran en un mismo punto. Cuando esto ocurre, dejan de recoger pasajeros y producen la “guerra del centavo”, que consiste en tratar de sobrepasar al vehículo transportador que vaya de primero, por medio de maniobras peligrosas como hacer cruces prohibidos, transitar en contravía, pasarse semáforos en rojo o adentrarse en zonas residenciales, con el fin de ganarle la mayor cantidad de viajeros al segundo.
“Yo la llamo cada que puedo, no importa si estoy cerca o lejos, ella me dice a cuánto van mis compañeros panamericanos o los de Sidauto y luego cuadramos cuando paso por su zona. Siempre está en el semáforo de la 24 y de ella depende que yo pueda recoger a los pasajeros que se encuentran esperando a los Sitp. Es contra ellos que yo y algunos compañeros competimos”, explica Sandoval Hormaza.
Ángela Romero // Barrio Galerías // Bogotá D.C // FOTO: Santiago Cardona
La implementación del Sistema Integrado de Transporte Público (Sitp) en el 2012 trajo consigo una gran crisis en el sector del trasporte público y de las empresas que se encontraban prestando este servicio, ya que se chatarrizaron 6512 buses de los 10.935 que circulaban en la ciudad, dejando a las empresas transportadoras sin el 59% de sus vehículos.
Sin embargo, la deficiente instauración de dicho sistema en Bogotá fue aprovechado por empresas como Transportes Panamericanos S.A para unificar sus rutas, mejorar la organización interna de la empresa y su relación con los empleados.
“Aunque actualmente no contamos con calibradores asociados a la empresa, ellos son una gran ayuda para que los choferes puedan cumplir con su cuota diaria. Los Sitp tienen a los operadores telefónicos para informarle a sus conductores cuando van retrasados o adelantados y nosotros no tenemos aquella posibilidad, por eso los calibradores realizan una labor muy importante dentro del funcionamiento de transportadoras como la nuestra, organizando sectorialmente nuestras flotas y colaborándonos en el tema de la competencia con el Sistema Integrado de Transporte Público”, afirma Luis Hernando Patiño, gerente de la empresa bogotana.