La editora de la Unidad Investigativa de EL TIEMPO habló con Directo Bogotá sobre su carrera como periodista y los retos de la profesión.
La periodista conversó con el procurador general de la Nación, Fernando Carrillo Flórez, sobre su libro ‘Narcojet: Cocaína para el mundo en aviones de lujo’.
Martha Soto, comunicadora social y periodista de la Universidad de la Sabana y magíster en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, es hoy en día una de las periodistas más importantes de Colombia. Ha trabajado en la Unidad Investigativa de el periódico EL TIEMPO durante 25 años y es su editora desde 1999. A lo largo de su carrera, ha realizado investigaciones sobre importantes casos de narcotráfico y paramilitarismo en el país, gracias a estas ha recibido premios de periodismo nacionales e internacionales.
Entre sus libros se encuentran La Viuda Negra (2013), Los goles de la cocaína (2017) y Velásquez, el retador del poder (2017), este último ganador del Premio Nacional de Periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB). Soto presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo): Narcojet: Cocaína para el mundo en aviones de lujo, con el cual ganó el premio del CPB al mejor libro del año.
Directo Bogotá (D.B.): Siendo una experta en el periodismo, ¿qué es lo mejor de esta profesión?
Martha Soto (M.S.): Yo creo que, aunque suene un poco cliché, es responderle a la gente las necesidades de la gente. Desde los campesinos que nos llamaron una vez a quejarse porque una multinacional les vendió una semilla de mala calidad hasta la indignación de la gente porque varios cabecillas o protagonistas de escándalos tienen privilegios en La Picota.
Cuando el periodismo logra que algo cambie, algo que la gente quiere que cambie para mejorar, es magia y eso es como si te irrigaran sangre pura y adrenalina para seguir adelante.
D.B.: ¿Cómo llega al periodismo investigativo?
M.S.: Siempre soñé con estar en la Unidad Investigativa de EL TIEMPO, pero me di cuenta de que las muy buenas notas que sacaba en la Universidad en la vida real no servían para nada. A mí me becaron como en séptimo semestre y empecé a trabajar desde que estaba siendo estudiante y salía llorando (risas). Porque digamos que es muy difícil arrancar, pero creo que el hecho de estar metida en los medios desde que estaba estudiando me ayudó a encontrar mi camino. Poco a poco la vida te va perfilando sobre cuáles son tus fortalezas en el periodismo y cuáles son las debilidades que tienes que reforzar, eso hace que te inclines por uno u otro tema.
D.B.: En la historia de Colombia se ha visto que quienes se atreven a contar la verdad son amenazados e incluso asesinados por quienes acusan. ¿Su vida ha corrido riesgo a causa de las investigaciones que realiza?
M.S.: Sí, en varias oportunidades y digamos que hay diferentes tipos de amenazas: una es el acoso legal por parte de abogados de narcotraficantes o de delincuentes. Yo he sido amenazada y en el periódico EL TIEMPO hay protocolos para este tipo de situaciones. En un país como Colombia un periodista que hace denuncias corre ese riesgo.
D.B.: ¿Cómo se establecen los límites entre la responsabilidad del periodista por mostrar la verdad y la responsabilidad del ciudadano con su propia vida?
M.S.: Internamente el periódico tiene un manual de comportamiento y también hay un sentido común. Tú sabes muy bien que eres un contador de historias que no puede suplir a las autoridades y tienes que saber hasta dónde ir. Yo creo que cada caso te va señalando cuál es el límite.
D.B.: Sus investigaciones pueden durar meses o incluso años, la del ‘Narcojet’ duró un año. ¿Cómo se siente al finalizar un trabajo tan extenso y tan riguroso? ¿Cuáles son sus expectativas sobre su trabajo?
M.S.: Es diferente un libro a un artículo o una investigación de EL TIEMPO. En este momento quiero que amanezca para que la gente lea un excelente trabajo periodístico que hicimos con la Unidad Investigativa (El expediente de los otros dos ‘Santrich’ en manos de la JEP). En el caso del libro, tú esperas las primeras reacciones de la gente que te rodea, de tu editor y después, obviamente, que la gente lo lea, lo disfrute y que aporte algo a la sociedad.
D.B.: Hay personas que tienden a descalificar la profesión del periodista. Incluso, recientemente, periodistas han dicho públicamente que no recomiendan estudiar periodismo. ¿Qué piensa usted al respecto?
M.S.: Cada quien habla como le va en su vida. Yo solamente les puedo decir a los estudiantes de periodismo que si ellos lo tienen en la sangre, tienen el sueño, nadie se los puede quitar, ni siquiera esas personas que han salido a descalificar a las facultades de comunicación. Uno en lo que sea siempre tiene que ser el mejor y si ustedes son los mejores, seguramente van a triunfar.
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