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Manuela Cano Pulido //

“Entendí que la manera de cambiar este país era dando un paso a la política”: Hollman Morris


En el marco de las campañas electorales en la ciudad de Bogotá, Directo Bogotá habló con Hollman Morris, el candidato del MAIS. sobre su vocación como periodista, y de sus propuestas a nivel de movilidad, medioambiente y cultura.

FOTO: Hollman Morris, candidato a la Alcaldía de Bogotá, afirmó que es “el hombre del metro subterráneo”. Foto: David Martínez.

A Hollman Morris le gusta navegar. No encuentra mayor placer que zarpar en alguno de los múltiples ríos colombianos. “Me hace falta el olor del río, de la naturaleza, del verde”, dice. El más grande de esos ríos lo condujo hacia el periodismo, cuando lo recorría, esa vez, con los ojos de un niño de 12 años a través las páginas de un libro. Era 'Perdidos en el Amazonas', de Germán Castro Caycedo. Entre letra y letra, Morris supo que a él lo que le gustaba era viajar, era la aventura, era el periodismo. Hoy en este bogotano, de 49 años, emerge otra aventura: ser candidato a la Alcaldía de Bogotá, el segundo puesto político más prestigioso en el país. Su rutina política lo lleva a recorrer las calles, a preparar debates, a reunirse con su equipo, y así, pareciera que la calma del río y de la lectura se desvanecieran.

Estudió en el San Bartolomé de la Merced, se graduó como comunicador social en la Universidad Javeriana, pasó por el Dart Center for Journalism and Trauma y llegó a las puertas de Harvard en 2010. Trabajó en el noticiero AM-PM, en RCN y fundó la sección de 'Paz' en el diario El Espectador. En 2003 arrancó con “Contravía”, un programa de periodismo independiente, que narraba esa “Colombia del conflicto”, que también “es la Colombia de la esperanza”, afirma. Fue exiliado dos veces, perseguido y arrestado. “Esas son las cuentas de cobro de un periodista” en este país, agrega. Sin embargo, al volver del exilio, fue director de Canal Capital, donde se “enamoró” del proyecto político de la Bogotá Humana y decidió lanzarse a la política. Es concejal de Bogotá y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) es el partido desde el que aspirará a la Alcaldía de Bogotá.

Directo Bogotá (D.B.): ¿Cómo va la candidatura?

Hollman Morris (H.M): En este momento somos varios candidatos del sector alternativo. Está Claudia López con una fuerte intención de voto, después sigo yo, y hay otros candidatos ya mucho menores, que casi no registran en las encuestas. Mi candidatura está muy ligada al progresismo, de las nuevas corrientes políticas en el mundo, muy de la mano de lo que ha sido el programa de la Bogotá Humana y la Colombia Humana, con Gustavo Petro, pero también, tengo que decirlo, soy independiente y buscaré afianzar mi liderazgo a la consolidación política hacia lo que yo quiero representar: un nuevo liderazgo.

D. B: ¿Tiene alguna rutina durante su candidatura?

H. M: Partamos de la base de que yo soy, hoy, concejal de Bogotá. Eso me exige una rutina que es estar en las sesiones del Concejo. Particularmente yo hago parte de la Comisión de Hacienda. Me he venido dedicando a hacerle control político a las finanzas del proyecto de infraestructura más importante hoy de Bogotá y del país: el metro elevado. Esa es una rutina en las mañanas. Tengo otra rutina de estar permanentemente en contacto con mi equipo, con asesores. También, procuro tener una rutina de caminar las calles. Para mí, es muy importante escuchar a la gente.

D. B: Antes de seguir tratando la candidatura, me gustaría preguntarle por su profesión como periodista, ¿de dónde vino esa motivación para ser periodista?

H. M: Digamos que hay tres factores. El principal, un libro. A los 12 años cae en mis manos un libro que se llama “Perdidos en el amazonas”, de Germán Castro Caycedo. A mí ese libro me fascinó porque veía la aventura, veía que el periodismo podía combinar la aventura. Una de las realizaciones en mi vida, es ser un hombre que al final de la vida tenga muchas historias que contar a sus nietos. Ser un hombre de aventuras.

D. B: ¿Cómo llegó ese libro a usted?

H. M: Me lo puso un profesor de español. Yo en esa época estudiaba en el San Bartolomé de la Merced. Paralelamente, estaba mi casa materna, en la que mis tíos estaban en discusiones políticas permanentes viendo el escenario político. En ese momento, había un programa de periodismo que se llamaba 'Enviado especial', que también era de Germán Castro Caycedo. Además, por la oratoria de mi papá. Todos esos factores los reunía el periodismo. Yo fui precoz en eso, a los 12 años supe qué quería hacer en la vida. Toda la vida supe que quería ser periodista, y así toda la vida directa o indirectamente me fui formando para serlo.

D.B: ¿Cómo eran esas conversaciones en su casa materna?

H. M: El tío que tiene más influencia sobre mi es político, fue represente a la Cámara, congresista, en su momento por la Alianza Nacional Popular (ANAPO), pero también escritor y poeta. Entonces, tengo en mi retina de infancia la máquina de escribir. Mis vacaciones eran los libros, metido en bibliotecas. Y con mi padre la discusión política permanente y el análisis de coyuntura.

D. B: ¿Cuál es su genero literario favorito? ¿Ficción?

H. M: No. Yo he sido más un hombre de ensayo, de biografías y de crónicas periodísticas. Ficción, por ejemplo, me ha gustado mucho Milan Kundera, y 'Gabo'. Tuve la oportunidad de tener clases con él en algún momento de mi vida. Con él y con Kapuściński, en México en una beca en el 2001. Por lo general, las historias de 'Gabo' eran historias de la vida real con licencias literarias. Nos decía que la licencia literaria era la exageración, la fantasía, pero siempre las descubría en un ejercicio de reportería periodística.

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D. B: Alguna vez dijo que el periodista debía estar del lado de quienes han sido víctimas, de los que han sufrido ¿es esa su concepción de periodismo?

H. M: Yo tengo máximas que le he aprendido a maestros. A Javier Darío Restrepo le aprendí que el periodista es los ojos y oídos de una sociedad. A (Ryzard) Kapuściński le aprendí que el periodista es la voz de los que no tienen voz, y por lo general, lo que nunca ha tenido voz en la historia de la humanidad es la pobreza. En Colombia, son la pobreza y las víctimas del conflicto. Aprendí con Kapuściński que el poder siempre tiene voz. Siempre tendrá la posibilidad de comprar un medio, publicidad o un periodista. Entonces, si al poder, que ya tiene voz, le dedican minutos y horas o cuartillas, pues se acrecienta. Pero, no se está aportando nada a la sociedad como periodista. Uno se debe es a la sociedad. Y en esa sociedad aprendí y decidí darle la voz a los más débiles.

D. B: ¿Cómo es esa experiencia de cubrir lugares extremadamente difíciles para un periodista?

H. M: De lo más bonito que tiene el periodismo, de lo más grato y formador para mi. Es la posibilidad de viajar, de conocer lugares, historias y gente. Entonces, la Colombia que yo descubrí, en medio del conflicto, era la Colombia que estaba pidiendo a gritos tener una voz: que la escucharan, que la visibilizaran. Aprendí que la Colombia del conflicto es la Colombia de la esperanza, porque es en esos sitios más difíciles donde uno conocía hombres y mujeres maravillosas, que uno diría “estos son los líderes que deben construir el país”. Había que ponerles una cámara para aprender de ellos, porque en medio de las más inimaginables barbaridades a las que habían sido sometidos, estaban de pie con dignidad. Construyendo una sociedad y un país con verdad, con memoria, con justicia.

“Si se quiere ser buen periodista, siempre hay que sospechar cuando lo esté abrazando el poder”

Hollman Morris

D.B: ¿Si pudiera elegir solo uno de esos viajes cuál sería?

H. M: Son tantos… Pero, por ejemplo, recuerdo un viaje al Catatumbo. Allá sentí lo que es dormir en una casa campesina sintiendo su miedo. El miedo de que en cualquier momento se metan los 'paras'. Cuando se comparte esta experiencia, uno ya es otro: como ser humano y como periodista. Mi compromiso es con ellos, es construir un país donde los respeten, donde puedan hacer sus sueños y no los maten.

D. B: ¿Algún lugar le haría falta visitar en Colombia?

H. M: A mí me falta hoy en día navegar los ríos de Colombia. Yo encuentro una inigualable satisfacción navegando los ríos. Me hace falta el olor del campesino, el olor del río, de la naturaleza, del verde. Me hace falta dormir en la casa campesina, me hace falta viajar, sudar.

D. B: Y sin embargo, son excepciones los periodistas que hoy hacen eso...

H. M: Sí, yo veo a los periodistas en la zona de confort. Es decir, un periodista que haga un informe con Google no puede ser un periodista. En un país con la tragedia humana en la que vivimos… Google no puede sacar la sensación de un olor, ni esas sensaciones de la tristeza, la angustia.

D.B: En ese sentido ¿cuál es la responsabilidad que tiene un periodista en el contexto colombiano?

H. M: Siempre lo dije. En una realidad de conflicto armado, como la que vivimos, el periodista tendría que ser siempre un puente entre ese país del conflicto y el país de la ciudad. No se ha entendido el papel en una sociedad en conflicto. Los periodistas no somos jueces.

D.B: Ese periodismo riguroso ha sido castigado históricamente en Colombia, en su caso terminó en el exilio ¿cómo fue esa experiencia?

H. M: Fui dos veces detenido, tuve un intento de desaparición, fui perseguido por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y tuve un primer exilio en el año 2000. Después nos toca volver a salir del país en el año 2010, cuando Álvaro Uribe me acusa de ser aliado con el terrorismo. Esas son las cuentas de cobro de un periodista, de un periodismo que se hace con honestidad. Yo no me hice periodista para ser rico como el señor Darío Arizmendi, el peor ejemplo de periodismo de este país. Si se quiere ser buen periodista, siempre hay que sospechar cuando lo esté abrazando el poder.

D.B: ¿Cómo fue ese paso de la faceta de periodista a la faceta de político?

H. M: Yo estaba en el exilio. De los que hemos estado en el exilio, yo soy una de las contadas excepciones que ha vuelto, pues, por lo general, se quedan en el exilio. Tuve la oportunidad de regresar y hacer mi trabajo. Yo tuve la fortuna de volver por la puerta grande: como gerente de Canal Capital, porque Gustavo Petro me trajo. Cuando ingreso a Canal Capital, logro uno de mis grandes sueños. Me había acostumbrado a hacer televisión con las uñas, pero con las uñas limpias. Imagínate que después te entreguen un canal, así sea Canal Capital, que le decían a uno que era un garaje. Pero era un garaje que tenía cámaras, infraestructura.

Estábamos convencidos de que podíamos fortalecer lo público, podíamos luchar contra la segregación en Bogotá, que podíamos hacer una administración para la gente, humana. Yo viví ese proyecto político, y me enamoré de él. Me dije un día, “si hay que defenderlo, y la manera es en la política, pues vamos hacer política”.

Entendí que la manera de cambiar este país, era dando un paso a la política. Yo no podía dejarle a quien había sido mi victimario, Álvaro Uribe Vélez, que llegara hacer política, y me hiciera la leyes. No me podía quedar simplemente criticando, tenía que combatirle el espacio.

D.B: ¿Alguna vez soñó en ser alcalde o fue algo que se dio en el momento?

H. M: (Risas) No, nunca. Como muchas cosas en mi vida. Yo nunca me imaginé que yo pudiera llegar a Harvard, por ejemplo, porque mi familia es clase media. Mi madre fue empleada pública del Acueducto, yo me crié entre la Caracas y el Campín. Harvard era, para mí, para ricos.

D.B: ¿Al decir que pasaba su infancia y adolescencia entre la Caracas y el Campín, quiere decir que el fútbol hace parte de sus aficiones?

H. M: Digamos que entre la Caracas y en el Campín porque en la infancia no teníamos el lujo del club social, aprendimos a jugar fútbol en la calle.

D.B: ¿Qué equipo le gusta?¿Santa Fe?

H.M: Hincha santafereño de toda la vida.

D.B: ¿Por su padre?

Por un tío mío, que me llevó a mi primer partido en el Campín, era hincha del Santa Fé, y ahí me quedé.

D. B: ¿Hay algún vínculo entre comunicación y política?

H. M: Todo el tiempo. La política es comunicación, 90 por ciento comunicación. Saber comunicarse con la gente, saber entender a la gente, mover las pasiones de la gente.

D. B: Volviendo a la política ¿qué opina de la pérdida de la curul de Ángela María Robledo?

H. M: Bueno, pues una pérdida sensible, pero también tengo que decir que el Consejo de Estado ha obrado en muchos casos en derecho

D.B: Con respecto a temas de la Alcaldía. ¿Qué ha pensado en temas medio ambientales? ¿Cómo sortear este problema de aire tan grande que está teniendo la ciudad?

H. M: El tema medio ambiental en mi Alcadía es transversal a toda la política de ciudad. Hay que cambiar el modelo de ciudad. Lo ambiental tiene que ver hoy día, con el modelo de movilidad que tienes en la ciudad; si uno en la próxima administración no transita rápidamente a los modos de movilidad multimodal, es decir, a los cables, al metro subterráneo, a los tranvía, a los trenes, a los carros… Bogotá se muere, punto. Entonces es un todo. Es el modelo de la ciudad densa, compacta y sostenible. La transformación de los modos de movilidad, la conservación de la Reserva Van Der Hammen, como el bosque urbano más grande en América Latina, de los cerros orientales. Ciudad Bolívar, toda, se tiene que reforestar.

D.B: En cuanto al transporte multimodal, evidentemente está el metro ahí. ¿Para usted la alternativa es un metro subterráneo?

H. M: Yo soy el hombre del metro subterráneo. Del metro que tiene estudios, que ha cumplido con la ley, y del mejor metro que merece Bogotá. Yo quiero liderar y construir entre todos la transformación de la movilidad en la ciudad de Bogotá, que ya es impostergable. En cambio, el metro elevado como lo he estudiado en estos años, es ilegal, no tiene estudios.

D.B: ¿También tiene que acabar Transmilenio por la Séptima?

H. M: ¿Qué dijo el Procurador General de la Nación? El proyecto de la troncal por la Carrera Séptima está faltó de planeación. No armonizaron la troncal con la zona conocida como el Pedregal, eso evidencia que no hubo planeación. También un juez de la República pidió que se suspenda la apertura de la licitación porque no se tuvieron en cuenta los estudios de deslizamientos de tierras entre la 85 y la 96. Como alcalde no continuaré la troncal de la Avenida Séptima. Para esta lo que hay es un modelo de Tranvía.

D.B: En Bogotá hay casi 50.000 estudiantes que se quedan sin cupo universitario ¿tiene algo pensado a nivel de educación?

H.M: Sí, anualmente hay 50.000 jóvenes de colegios públicos que se quedan sin cupo en la universidad pública. Nosotros queremos el gran campus de la Universidad Francisco José de Caldas, y convertir a la Universidad Distrital en la mejor universidad de Colombia.

D.B: ¿Qué elementos de cultura aportaría con su Alcaldía?

H.M: Yo sueño con que Bogotá, en clave de posconflicto, debe ser la capital de la paz. La historia nos enseña que los puentes a la reconciliación son el arte y la cultura. En mi administración desataríamos la revolución de las artes y la cultura. ¿Para eso qué necesitamos? El equipamiento de arte y cultura en Bogotá está en tres localidades: Teusaquillo, La Candelaria y Santa Fe. Como gerente de Canal Capital me pude dar cuenta de la gran escena de Hip-Hop que hay en Bogotá y de la gran escena de bandas musicales. Es la quinta ciudad capital de la música, según la UNESCO. Tenemos que seguir fortaleciendo eso, porque tiene que llevarnos a una Bogotá capital de la paz, pero también a Bogotá una ciudad de libertad.

D.B: ¿Usted cree que las declaraciones que hizo su ex esposa tuvo alguna incidencia en su candidatura y cómo hacer para cambiar esa percepción?

H.M: Eso ha sido el golpe más duro de mi vida y el más triste. Yo puedo tener miles de argumentos para salir hoy y demostrar que eso no es así, pero los afectados van a ser mis hijos. Es decir, no puedo caer en ese mismo juego, uno; dos, ¿afectó mi campaña? Claro que la afectó. Además, creo que ese era el objetivo. Por eso lo que dije en el programa [de La W], más allá de lo que hizo Vicky [Dávila], que también me parece un pésimo ejercicio de periodismo. Lo que yo le buscaba dejar en la opinión pública eran varios mensajes.

En Colombia tenemos que aprender a separarnos, a divorciarnos. Así como tenemos derecho a amar a un día a una persona, también tenemos derecho al desamor…Pero, tenemos que aprender a tramitarlo por las vías del diálogo, y más cuando hay de hijos por medio.

Quitarse ese estigma muy difícil, y más aún cuando eres una persona pública y estás en una carrera a la alcaldía de Bogotá. Ahí aparece el enemigo político, el oportunista político, a inventar más, a exagerar. En medio de esa disculpa, los más olvidados, los más desprotegidos: los hijos. De ellos nadie se acuerda. Yo creo que eso si fue un golpe, creo que ese era el objetivo, como ella me advirtió en el mes de septiembre. “Si usted no vuelve, yo acabo con usted y le destruyo su carrera” y casi lo consigue. A mi no me importa, que acaben conmigo; de mí han dicho de todo en este país, pero lo peor es que acabó con la vida de mis hijos.

Entonces, sigo adelante, primero por mis hijos, por demostrarle que su papá no es lo que dijo su mamá. Mi satisfacción hoy es que no pudieron, no pudieron tumbar la campaña. Mi papá murió hace 20 días; eso mató a mi papá. Son mis grandes dolores en este momento, pero yo tengo que seguir adelante, por mis hijos, por el nombre del papá de mis hijos.

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