Por: Juliana Sánchez // Fotoperiodismo
En tiempos recientes el país ha sido testigo de campañas masivas de promoción de la compra de tubérculos de origen nacional. No obstante, los esfuerzos no son suficientes, y los trabajadores de la papa boyacense se ven obligados a casi “regalarla” a los conductores en las carreteras.
“No hay quien nos compre”, afirma Efraín Rojas, quien ha tenido que ofrecer su papa a orillas de la carretera que conecta Bogotá con Tunja. Desde hace varias semanas, Boyacá es noticia en los medios nacionales debido a la crisis del tubérculo: muchos de los productores han estado vendiendo este alimento sobre la vía a precios muy económicos.
“Los negociantes no nos están comprando, y son ellos quienes [le] ponen el precio a la papa. Los insumos están carísimos. No recuperamos lo que invertimos”, manifiesta Rojas mientras sacude un trapo rojo sobre la autopista para llamar la atención de los viajeros que van pasando por Ventaquemada.
De acuerdo con los campesinos, hace mucho la papa dejó de darles ganancia. Hace dos meses un bulto costaba 50.000 pesos; en cambio, ahora lo están vendiendo entre 15.000 y 20.000. Pero esta crisis no es nueva. Muchos aseguran que comenzó con la firma de diferentes tratados de libre comercio: Colombia (que produce más de 2.700.000 toneladas de papa al año) empezó a importar este alimento de Bélgica, Países Bajos y Alemania.
Además, la pandemia de la covid-19 agudizó aún más la quiebra del campesino. No solo se disminuyó el consumo del tubérculo, sino que fue devaluado el valor del producto. “La importación, los altos costos de producción y la falta de tecnificación en el campo nos tiene[n] en la quiebra”, aseguró Andrés Parra, cultivador de papa en Ventaquemada.
Parra, de 35 años de edad, no ha tenido que bajar a vender sus alimentos sobre la vía principal porque ya tiene a alguien que le compra su cosecha y la comercializa en Bogotá. No obstante, el intermediario que se la compra le está dando muy poco por su producto, pues en la capital colombiana las personas no están comprando casi papas. Dice Parra: “Nos dicen que el Gobierno, [al] que prácticamente no le importamos, trae papa de otros países. No entiendo porque pasa esto, si nosotros podemos cultivar la que necesitamos en el país y hasta podemos hacerlo para exportar. Pero en lugar de ayudarnos, nos traen más papa”.
Para Andrés esta situación no solo está arruinando a los agricultores, sino también el empleo en el departamento, uno de los más pobres de Colombia. “En cada etapa de los cultivos nosotros utilizamos entre 15 y 20 trabajadores. Esta vez tocó pagarles muy poco porque la cosecha solo nos dio pérdidas, y tuvimos que endeudarnos para cultivar.A pesar de que nos está dando pérdidas, tenemos que seguir viviendo de esto porque es lo único que sabemos hacer”, exclama.
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