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Laura Silva // lsilvac@javeriana.edu.co //

La lucha por la Van der Hammen del sur


Desde hace varios meses los habitantes de cinco barrios al sur-occidente de la capital han permanecido en vilo. La actual administración del alcalde Enrique Peñalosa ha decidido construir una ciudadela en el terreno en el que antes se ubicaba la antigua fábrica de Bavaria. La puja entre habitantes y funcionarios se ha intensificado por la tala de 350 árboles en la zona afectada.

Manifestaciones de los ciudadanos en contra del proyecto de la Administración distrital // Foto por: Laura Silva

Desde 1889 la reconocida fábrica de cerveza Bavaria ha permanecido estrechamente unida a la historia de Colombia. Fue en 1876 cuando los hermanos Leo Siegfried y Emil Kopp Koppel llegaron desde Alemania a Santander, para asociarse tres años después con los hermanos Santiago y Arturo Castello y emprender la construcción de la fábrica. La asociación Kopp y Castello solo duraría hasta 1890, cuando se inauguró la primera planta de cerveza alemana en San Diego, centro de Bogotá.

En 1973, la fábrica se mudó de la calle 28, en el sector de San Diego, a un terreno al suroccidente de Bogotá llamado Complejo Industrial de Techo, donde estuvo cerca de 40 años. En el 2010 se trasladó a Tocancipá, al parecer por la disminución de los volúmenes de venta durante dos años seguidos, según una nota del periódico El Tiempo publicada el 21 de febrero de 2010. En el lapso en el que la fábrica estuvo en la localidad de Kennedy, muchos de los habitantes de los barrios cercanos crecieron con el inconfundible olor a cebada, con la inmensa construcción que era adornada cada navidad y que llegó a convertirse en un plan familiar de cada diciembre, y rodeados de pinos y eucaliptos de más de diez metros de altura. Sin embargo, desde 2007 la empresa dejó de estar en la Bolsa de Valores de Colombia tras ser comprada por la compañía británico-sudafricana SASMiller, que más tarde adquirió AB Inbev, empresa belga consolidada como la mayor fabricante de cerveza a nivel mundial.

De fábrica a proyecto urbanístico

Alrededor de un área de casi 78 hectáreas se encuentran los barrios Bavaria, Marsella, Aloha, Pinos de Marsella, El Ferrol, Castilla y Alsacia, y desde hace un tiempo sus habitantes se encuentran inconformes debido al Plan Parcial de Renovación Urbana “Bavaria Fábrica”, que planea construir viviendas en el predio que ocupa la antigua cervecera. Según un informe del periódico El Espectador, el suelo que pertenece a la compañía se encuentra avaluado en un billón de pesos y el 45% (alrededor de 34,12 hectáreas) se quiere destinar a espacio público para la ciudad; en la página de la Alcaldía Mayor de Bogotá se menciona que 1.900 viviendas serán de interés social (VIS), 800 viviendas de interés prioritario (VIP), 8.600 de otro tipo, y otras 12 hectáreas serán para ciclorutas, alamedas, parques y nuevos equipamientos. Los costos aproximados del proyecto serían de $200.000 millones, y todavía no se cuenta con un promotor.

Antigua fábrica de Bavaria // Fotografía de archivo de Bavaria

Teniendo en cuenta un decreto de 2015, que exige publicar los términos en que se radique un plan parcial y convocar a las personas interesadas para que expresen sus recomendaciones y observaciones, en la página de la Secretaría de Planeación se han subido todos los planos del terreno con sus futuros usos, además de la información sobre dos reuniones en el barrio Marsella el 25 de mayo de 2016 y otra el 31 de mayo del mismo año, ambas destinadas a la socialización del plan parcial.

Sin embargo, el pasado 4 de agosto se llevó a cabo una audiencia pública, en el salón comunal del barrio Aloha, ubicado justo al lado de una de las cercas que rodean el bosque, en la que algunos habitantes se quejaron sobre la demora en la actualización de la página, inconveniente que impidió una mayor asistencia a las sesiones propuestas. Esta asamblea fue la última realizada después del 17 de julio de 2017, cuando el alcalde sancionó el decreto para dar vía libre al plan parcial. Hasta el momento la orden ha sido de derrumbar 350 árboles, acción justificada por la secretaria de Hábitat por la alta probabilidad de volcamiento que tienen y no por su relación al plan Fábrica Bavaria.

Una de las principales incertidumbres que tienen las personas es la carencia de un inventario preciso de los árboles que se encuentran en el lugar. Mientras la Secretaría de Ambiente dice que la cifra es aproximadamente de 3.500 individuos, la comunidad ha denunciado que la suma supera los 25.000. Además, se dijo en la audiencia que la tala de los 350 árboles será compensada con una suma aproximada a los $170 millones, dinero destinado a la siembra de especies nativas en el Jardín Botánico de Bogotá y no en el mismo espacio que se está viendo directamente afectado. Según el Distrito, la siembra final en el terreno de la antigua fábrica será de 9.000 especies nativas en un espacio de 127.100 m².

Bosque sí, cemento no

A la audiencia llevada a cabo el 4 de agosto acudieron cerca de 100 personas, entre ellas habitantes, concejales, ediles de las localidades, personal de la alcaldía y la antigua secretaria de Hábitat María Carolina Castillo, quien renunció hace ya varias semanas y es ahora la nueva gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá. Con el estribillo “Bosque sí, cemento no” se dio voz por casi tres horas a las diferentes partes interesadas en contar sus experiencias en el bosque. Algunos cuestionaron a la administración por la falta del inventario del número de especies de animales y de árboles, y otros quisieron demostrar que el impacto ambiental que produciría el plan parcial no es razonable frente a la situación en la que se encuentra la zona.

Pancarta alusiva a la lucha por la van der Hammen del sur

Alrededor de las paredes del salón comunal se podían ver dibujos realizados por los niños de algunos colegios aledaños, al igual que pancartas, mandadas a hacer por los vecinos, que tenían frases como “El bosque no se tala” y “Bogotá está de luto por crimen ambiental”, imágenes que contrastaban con los funcionarios de chalecos color azul, quienes rara vez despegaron la vista de sus respectivos celulares. La edad de los presentes oscilaba entre los 30 y los 60 años, con pocos jóvenes. Estas personas son las mismas que han venido asistiendo desde hace varios meses a las audiencias realizadas y son las mismas que semana tras semana han realizado actividades en los barrios ubicados alrededor del bosque, marchas de antorchas, plantones en la vía que conecta la avenida Boyacá con la precaria e improvisada avenida Tintal-Alsacia-Constitución, y cacerolazos, que con carteles y megáfonos recorren las cuadras informando a los habitantes de las siguientes actividades.

“¡Abajo Peñalosa!”, “¡La vida es sagrada y se respeta!”, “¡Viva!”, eran algunas de las frases que vociferaban cuando un concejal reparaba en los detalles que tienen inconformes a las personas y que parecen no preocupar a los encargados de llevar a cabo del proyecto. El concejal del Polo Democrático, Manuel Sarmiento, el mismo que hace tres meses ayudó a frenar la venta de la Empresa de Telecomunicaciones (ETB), hizo un llamado a la bancada ambientalista del Concejo de Bogotá y pidió a las personas “salir a la calle, luchar y movilizarse” por la que llamó la “van der Hammen del sur”, a la vez que algunas personas alrededor se ponían de pie y ponían en alto los papeles con la consigna que han llevado desde el principio: “Bosque sí, cemento no”.

La lucha es ecológica

Desde cualquier casa del sector basta asomarse un poco por alguna ventana que se ubique hacia el occidente para ver cómo sobresale la copa de los árboles que hay en la fábrica. Antes, hacia las inmediaciones del barrio Alsacia, se ubicaba un alto pastizal que en la noche se llenaba del croar de muchas ranas, mientras que en algunas casas se escuchaba el ulular de los búhos.

No son pocos los que se han encargado de estudiar la fauna que ha habitado el sector por años. Dos biólogos, habitantes de la comunidad afectada, presentaron una defensa en la pasada audiencia, y con coraje en sus voces repitieron lo mismo que han dicho por meses: el Eucalyptus globulus, la acacia y la araucaria, además de contar con las mismas características de los cerros orientales, equilibran el ruido, los olores y el aire entre las zonas aledañas, que se componen en su mayoría de fábricas y de vías arterias, mientras liberan en promedio 906 toneladas de oxígeno y capturan aproximadamente 800 toneladas de dióxido de carbono al año. Además, se han registrado cerca de 16 especies de aves.

Gabriel Tobón, ingeniero agrícola y profesor e investigador de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana, califica lo que está pasando como un “arboricidio”. Tobón comenta que el sitio cumple una función ambiental al funcionar como un ecosistema que ayuda a la regulación de la temperatura y a la captación de dióxido de carbono, evitando así un posible efecto invernadero. Tobón insiste en que no se puede saber qué impacto podría llegar a ser peor, si el social o el ecológico “es casi una insensibilidad de la empresa con la calidad de vida de los habitantes”. El profesor no niega que las decisiones tomadas por la alcaldía reflejan un manejo errático de los recursos, sin la presencia de las comunidades y entregadas al interés de los privados, pero no descarta la posibilidad de una sustitución gradual y paulatina, teniendo en cuenta que “las áreas verdes nunca van a suplir las funciones del bosque, inevitablemente se rompe con el sistema”.

El proyecto, uno de los más grandes que realizará esta administración, pone en discusión su viabilidad en una localidad con índices de contaminación que llegan a niveles preocupantes en algunas zonas. Aunque el proyecto se encuentra blindado a 30 años para “controlar correctamente su impacto”, según la Empresa de Renovación y Desarrollo urbano de Bogotá, en el plan ambiental de la localidad de Kennedy se registra desde hace varios años la afectación de los recursos de aire, agua y suelo, todo debido a las actividades comerciales, industriales, de movilidad y de desarrollo urbanístico legal e ilegal. En este mismo plan se reconoce que la localidad se cataloga como “Área Fuente de contaminación alta clase 1”, pues en la zona se emiten constantemente gases tóxicos y existe una alta concentración de partículas en suspensión, ozono, azufre y monóxidos de carbono en ambiente.

Vecinos en plantón al frente de la Secretaría distrital de Ambiente // Foto por: Alexandra Roa

¿Qué han propuesto los afectados?

Para algunos el bosque actúa como “el pulmón” de la zona. Es por esto que se ha propuesto que se lleven otros proyectos a cabo sin derrumbar los árboles. Se habla de un parque natural metropolitano, de otro jardín botánico o de cualquier propuesta que contemple la conservación del espacio natural. “Que construyan donde está la fábrica, no en el bosque”, es algo que se oye entre los vecinos de la zona, quienes también se han preocupado por el problema de congestión vehicular que se presentaría, y que en la actualidad ha aumentado por la falta infraestructura vial que comunique con la avenida Boyacá, la avenida de las Américas y la Calle 13, calles de alto tráfico en horas pico.

Francisco Castañeda, edil de Kennedy desde el 2016, ha sido una de las personas más activas en la defensa del bosque. Además de que publica constantemente en las páginas donde se discute el tema, no teme en decir que “el negocio del cemento y de las constructoras dará al traste con el reservorio más grande de oxigeno del sur occidente de la ciudad”. Castañeda, como muchos otros, se muestra preocupado por la situación de la localidad e insiste en que hay muchas inconsistencias con la tala que ya ha avanzado en el terreno, “no queremos que este gran bosque de Bavaria sea un escenario de cemento, un escenario gris, triste, queremos que sea un gran bosque, portentoso, en el que la ciudadanía pueda disfrutar de aire limpio”.

Lo cierto es que los habitantes de estos siete barrios no tienen planeado quedarse quietos. En la tarde del 22 de agosto unos 30 vecinos hicieron un plantón frente a la Secretaría de Ambiente y llamaron a la ciudadanía a informarse sobre lo que está sucediendo en un rincón del suroccidente de Bogotá. Por otro lado, en Facebook hay varios grupos dedicados a informar cada vez que se presenta una actividad, una marcha o una reunión con las entidades correspondientes. “La marcha de los árboles” se llama el evento al que están invitando este 23 de septiembre para hacer una protesta pacífica por la Boyacá, la calle 13, la 68, las Américas, que termine frente al predio de Bavaria. Aunque el número de asistentes confirmados es poco, y siempre lo ha sido, insisten en que su lucha está lejos de terminarse.

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