top of page
  • //

Plus diversidad, plus moda de verdad

Por: Zamira Caro Grau // Revista impresa


La moda como forma de expresión se ve limitada cuando la diversidad de cuerpos no es representada ni en el tallaje ni en las modelos. Luz Lancheros, Adriana Convers y Laura Agudelo, tres expertas en moda, dan sus opiniones sobre el cuerpo femenino en esta industria y sus casi imposibles estándares.

ILUSTRACIÓN: Adriana Convers, para su libro A todas nos pasa. Por: Luisa Castellanos Ramírez

En diferentes ocasiones, Luz, Adriana y Laura entraron a tiendas de ropa y quisieron medirse algunas prendas, pero les dijeron que no había de su talla. Estas tres mujeres se cansaron de la discriminación del tallaje, le perdieron el miedo a llamarse “gordas” y se involucraron en la moda para, entre otras cosas, hablar de lo que a muchos incomoda: las tallas grandes.


Adriana Convers, más conocida en las redes como Fat Pandora, adjudica su pasión por la moda a la influencia de su familia. Su mamá era modista; su papá, un bogotano vanidoso en su vestuario, y su abuelo, un francés que no tenía “esa idea machista de que la moda es solo para mujeres”. Esa mezcla le permitió entender la vestimenta de dos maneras: “Desde el lado práctico, del patronaje en figurines y la costura, como lo hacía mi mamá, y por el lado de la historia, de todo este performance alrededor del vestuario, que practicaba mi papá”.


Ella siempre supo que la moda era el camino que quería seguir, pero también que ser zurda y cortar con tijeras era difícil, por lo que se enfocó en la escritura. De allí nació Fat Pandora, su blog de moda, que comenzó hace ocho años y medio fruto de la frustración de no conseguir ropa considerada bonita en su talla.

 
 

La misma situación fue la que inspiró a Laura, más conocida como la Pesada de la Moda, a comenzar su blog. En sus primeras conversaciones se quejaba del tallaje colombiano, y ahora comenta en tono de burla cuál fue la razón por la que empezó a escribir sobre este tema: “Mis compañeros de trabajo siempre me decían que yo no me vestía como una gorda, y yo no entendía. ¿Acaso cómo se visten las gordas? Para mí sólo había gente que vestía bien y gente que vestía mal, indistintamente de si era gorda o flaca”. Por eso, tomó la decisión de subir todos los días una foto de su atuendo a las redes sociales (algo que hasta hoy continúa haciendo) para romper el estereotipo de que ciertos cuerpos deben vestirse de cierta manera.


En ese recorrido conoció a una de sus mejores amigas, Luz Lancheros, quien escribía artículos sobre moda social cuando estudiaba en la Pontificia Universidad Javeriana. Ahora es periodista de ese sector en Metro World News. Sin embargo, fue durante sus primeros pasos como periodista que escribió uno de los primeros artículos sobre tallas grandes en Colombia para Carrusel, y ahí contactó a las otras blogueras que la acompañan en esta historia.


La ausencia de representación de los millones de cuerpos que existen en el mundo no es algo nuevo; de hecho, Adriana menciona una posible influencia histórica detrás de esto: “Una de las raíces de esto es el racismo. Las élites son las que construyen los ideales de belleza, y desde hace muchos siglos la clase dominante es la blanca privilegiada, que siempre ha optado por los cuerpos delgados sobre los supervoluptuosos y de curvas pronunciadas, como los de los negros”. En ese sentido, la moda también fue colonizada, e incluso ahora los diseños suelen estar hechos para el prototipo del cuerpo europeo: delgado, alto y blanco.

ILUSTRACIÓN: Adriana Convers sobre el amor propio, para su libro A todas nos pasa. Por: Luisa Castellanos Ramírez

Las tres coinciden en que el cuerpo voluminoso fue invisible para la moda durante muchísimos años. A pesar de que es más común que las mujeres tengan un cuerpo alejado del estándar de los ángeles de Victoria’s Secret, muchos diseñadores han decidido no verlo o, incluso, verlo y no aceptarlo.


La solución al problema va más allá de extender las tallas a algo más que una L; incluso cuando las tiendas deciden trabajar con mayor cantidad de tallas, la sección plus size se reduce a lo más aburrido, lo que sobró y, por alguna razón, lo más caro. “La verdadera democratización de la moda viene siendo que yo pueda entrar a Zara y ver que cualquier prenda está disponible desde la XS hasta la 3XL; pagar lo mismo y no tener que subir al último piso, a un espacio oscuro donde está lo rezagado, para buscar ahí las tallas grandes”, comenta Adriana.


Y aunque no se puede negar que el mercado ha empezado a cambiar y que existen marcas que se han encargado de visibilizar la diversidad de los cuerpos, también es cierto que muchos problemas subsisten, pues la variedad de cuerpos mostrados en catálogos y pasarelas sigue siendo problemática. Por ejemplo, una de las modelos plus size más reconocidas es Ashley Graham, pero ella no necesariamente representa a las mujeres con cuerpos gordos.


Adriana comenta que Ashley Graham tiene un cuerpo “reloj de arena”, tres tallas más grandes que el de una modelo regular: “Ese es el cuerpo de muchas mujeres en el mundo que ni siquiera se consideran gordas”. Laura pone un ejemplo al respecto: “Hay una marca de una cadena de almacenes muy famosa que tiene una línea plus size y anuncia la ropa con una mujer más bien delgada, y nosotras, como mujeres gordas, queremos ver cómo les queda la ropa a otras mujeres gordas”. Al respecto, Luz agrega: “La verdadera diversidad del cuerpo gordo no se ve, porque no soportan ver el cuerpo en otras formas”.


FOTO: Luz Lancheros en escena. Tomada por Juan Otero

Esto no solo es palpable en tiendas de cadena que le venden a la mayoría de la población, sino incluso en Hollywood, donde actrices como Christina Hendricks, Leslie Jones o Melissa McCarthy se han encontrado en situaciones muy incómodas por estar nominadas a algún premio y no conseguir un vestido o un diseñador de una casa de moda que las vista.


Todo este sistema que rige la moda rige también el mundo, y no solo propicia rechazo contra los cuerpos que no encajan en los estándares, sino contra quienes quieren visibilizarlos. Tal es así que personas como Laura y Adriana son acusadas de promover la obesidad. Además, los diseñadores se niegan a crear para cuerpos gordos y refuerzan una cultura de la dieta. Estas actitudes violentas contra el cuerpo gordo son conocidas como gordofobia.


“¡La pregunta ofende!”, dice entre risas Adriana para responder si considera que la gordofobia existe: “Claro que existe, y el que diga que no es porque claramente nunca ha habitado un cuerpo gordo. Es un sistema que atraviesa muchos aspectos, no solamente el estético, también el cultural, el político y el de salud pública”. Es justamente en este discurso de odio, disfrazado como un problema de salud, en el que se respalda la falta de representación de personas con diferentes tipos de cuerpos.


Una de las cosas más peligrosas de este discurso es que el tallaje ahora también es indicador de si una persona es sana o no. La industria ha idealizado tanto el cuerpo delgado que quien no lo tenga es señalado de estar enfermo. Luz habla sobre la hipocresía de la moda y la salud retomando la historia de una modelo estrella en la industria: “En los años noventa, Kate Moss era una modelo joven y floreciente. Tomaba pastillas y vodka todos los días. Estaba flaquísima, pero se metía muchísimas drogas. Son ese tipo de contradicciones: siempre el gordo es el que no se cuida, pero ese estereotipo ni siquiera se basa en la ciencia [...]. Son todas esas maquinarias enquistadas culturalmente que te condenan por tener un cuerpo gordo y que te dicen que serías más linda si fueras delgada”. Ningún cuerpo “fuera de los estándares de belleza” se salva de estos comentarios.

Si todos estos prejuicios continúan existiendo, ¿por qué ahora la industria de la moda insiste en que produce para cuerpos diversos? ¿No continúa invisibilizándolos? A esto responde Adriana que en la gran mayoría de los casos “no es por amor o porque piensen que se lo deben a los cuerpos gordos, sino por decisiones económicas. Ahora saben que es un segmento en crecimiento y desaprovechado”.


Sin embargo, se están viendo pequeños pasos hacia una industria más real. Por ejemplo, American Eagle sacó Aerie, una marca de ropa interior y deportiva para mujeres de todas las tallas, y las modelos que la publicitan no tienen retoques en el cuerpo que cubran estrías, manchas o todo aquello que siempre se ha considerado una “imperfección”. Hay otros ejemplos, como el de Savage x Fenty, la marca de lencería de Rihanna, cuya pasarela (el pasado 2 de octubre) fue una de las más diversas y aplaudidas, con la participación de mujeres con cuerpos de todas las tallas, así como blancas, afro, asiáticas, latinas, jóvenes y mayores.


También es cierto que ahora las personas son más conscientes de la manipulación que existe sobre el cuerpo por parte de la publicidad y las redes sociales. La propagación de imágenes editadas de cuerpos “perfectos” que circulan por estas plataformas ha generado discursos que también son discutibles. Cuando se habla de amor propio e inseguridades, es claro que, sin importar el cuerpo que se tenga, todas las personas pasan por procesos de aceptación individuales respecto a la manera como se ven. De hecho, Adriana menciona que la idea de su libro A todas nos pasa surge de la mayor enseñanza que ha tenido en sus ochos años de trayectoria: “Los complejos y las inseguridades no son temas únicamente de mujeres gordas”.


Sin embargo, lo paradójico es que muchas veces las personas que invitan a amar los cuerpos con sus “errores” son la personificación de una reina de belleza. “Yo sí veo bastante problemático que mujeres delgadas, que nunca han habitado un cuerpo grande a las que no les han dicho algo en una consulta médica por su físico, ni les han negado un trabajo ni les han gritado en la calle sobre su peso, se apropien de estas causas para generar likes, dice Adriana, y luego continúa: “Paulina Vega dijo que en Nueva York era considerada modelo plus size. Yo me pregunto cuántas mujeres se habrán acostado esa noche diciendo: «Si ella es plus size, entonces ¿yo qué soy?»”.


Aunque sí es un tema que nos atraviesa a todas, no todas tenemos el derecho de hablarlo tan a la ligera. Sobre esto, Luz se pregunta: “¿Cómo vamos a anunciar algo sabiendo que lo hacemos desde el privilegio y desde un discurso capitalista que vende prácticas y productos para adelgazar, amparados en el discurso del amor propio? Viene una modelo a decir: «A pesar de mi diente chueco, yo me quiero». Sí, mi vida, pero es que tú tienes un montón de tratamientos accesibles y un montón de privilegios que otras mujeres no tienen. Es normal que todas tengan inseguridades, pero tú no reconoces tu privilegio”.


FOTO: Luz en Colombia Moda. Por: Juan Otero

De esta manera, la invitación a aceptar nuestros cuerpos —que comenzó con los movimientos del Body Positive y el “activismo gordo”, como lo llama Adriana— ahora se han convertido en una herramienta más para vender. En palabras de Luz: “Una tiranía de la felicidad y de vender una imagen normal no sujeta a críticas. Si te quieres, entonces haces ejercicio o vas a comprar una crema de $500.000. Es algo de lo que el capitalismo se ha apropiado para vender mensajes completamente hegemónicos”.


Y, entonces, después de todo esto: ¿cómo empezar a amar y aceptar nuestros cuerpos?, ¿cómo perderles el miedo a ponerse un bikini o a ir a la nutricionista?, ¿cómo enfrentarse a las mamás que obligan a sus hijas a hacer ejercicio, a las dietas de manzana y agua por una semana, a los apodos burlones en el colegio, al temor de ser juzgadas? Resistiendo.


Resistir es una palabra que aplica para muchas acciones. Es, como lo hace Adriana, romper las reglas sobre la vestimenta, como las que toda la vida se han escuchado sobre la ropa para gordos: «No pueden usar rayas»; entonces yo me pongo rayas. «No pueden usar flores»; entonces me pongo flores. «No pueden usar estampados grandes»; entonces me pongo estampados grandes”. Resistir es, como lo hace Laura, crear una plataforma que ayude a mujeres del mundo a sentirse capaces de vestirse como quieran, sin temor al “qué dirán”.


A pesar de que la industria de la moda está abriendo puertas para la inclusión de cuerpos, aún hacen falta años para que en todas las tiendas, catálogos y pasarelas se vean los cuerpos cotidianos. Quizás tarde tanto en interiorizarse realmente como los procesos de amor propio. Quizás tarde tanto como lo que toma concientizar a las personas de que lo gordo o lo delgado de un cuerpo no es tema de conversación. Probablemente tarde tanto como el mundo necesite para entender que no hay un único cuerpo perfecto, sino una visión muy pequeña de la belleza.

 
 
bottom of page