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“Colombia es un país que no ha aprendido a lidiar con la izquierda”: Ángela María Robledo

Por Camila Hurtado Álvarez // Noticia


Después de haber participado como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro en las elecciones de 2018, la representante a la Cámara pretende llegar a la Casa de Nariño en las presidenciales de 2022.

La precandidata presidencial Ángela María Robledo. Crédito: Archivo Ángela María Robledo

Representante a la Cámara por el Partido Verde, precandidata presidencial y miembro de la Coalición de la Esperanza, Ángela María Robledo habló con Directo Bogotá sobre su candidatura, la apuesta por feminizar la política en Colombia y las posibles consecuencias de la actual movilización social. Robledo comentó que el principal reto para alcanzar la presidencia en las elecciones de 2022 es estar viva mientras lleva a cabo un ejercicio desde la izquierda, como mujer feminista y pacifista.


Por otro lado, la diplomática bogotana aseguró que “lo que se está pidiendo [con las protestas] es tener un nicho de vida con dignidad: salud, educación, ingreso y renta básica”. La precandidata reconoció el protagonismo de la juventud en el marco del Paro Nacional y dijo que poder defender los derechos y deseos de las niñas y mujeres jóvenes es un motor para ella y su trabajo.


Directo Bogotá [DB]: ¿Qué la llevó a querer aspirar a la presidencia en el 2022?

Ángela María Robledo [A. M. R.]: Un trabajo de tiempo atrás que he hecho desde el Congreso de la República durante casi 12 años. En el 2018 ya había dado un paso, aspirando a estar en la vicepresidencia vía la campaña de Colombia Humana, con Gustavo Petro. Esa fue una experiencia de recorrer el país y de llevar un mensaje programático y esperanzador sobre una gran transformación en la política colombiana. Después surge ese espacio de invitación que me hacen tanto el Partido Verde como la Coalición de la Esperanza, y entonces sentí que era el momento de dar el siguiente paso: de explorar, con toda la tranquilidad, ese camino a la presidencia.


DB: ¿Cuál es el principal reto para llegar a la Casa de Nariño?


A. M. R: Hay muchos retos. Primero, que las fuerzas progresistas de izquierda o de oposición nunca han llegado al gobierno en Colombia porque han sido exterminadas. Tenemos el caso de la Unión Patriótica (UP), que está totalmente documentado, o lo que ocurre ahora con los asesinatos de líderes y lideresas sociales. Este es un país que no ha aprendido a lidiar con la izquierda. Entonces, de por sí estar viva, haciendo un ejercicio desde la oposición, como feminista, como mujer de izquierda y como pacifista, significa un gran reto.


Segundo, que los gobiernos que hemos tenido en Colombia han estado atados a la clientela política, en la que programas de subsidio como Familias en Acción, Jóvenes en Acción e Ingreso Solidario, por ejemplo, se convierten en una suerte de correa de comunicación con la ciudadanía que recibe ese subsidio, para después comprometerla con un voto. O mediante el clientelismo, que es otra forma de corrupción. Ese es un obstáculo que, sin duda, debemos superar.

Otro reto es que tenemos una Registraduría Nacional llena de fisuras, de prácticas corruptas. Entonces, no hay mucha certeza. Por ejemplo, para la campaña de 2018, con Gustavo Petro, no sabemos en realidad qué tantos votos sacamos y no fueron contados o qué tantos fueron anulados. Nos enfrentamos a una institucionalidad que cumple una tarea fundamental, pero que no genera ningún tipo de transparencia.

 
 

El cuarto es lograr desvincularnos de la idea de que una campaña es hacer marketing político. No se trata de eso. Hacer campaña política se trata de exponer unas ideas, presentar ciertos argumentos y generar espacios de conversación; se trata de poder encontrar un espacio para realizar esa tarea, sin tener que venderle el alma al diablo por el costo de una campaña.

Finalmente, el lugar de enunciación de una mujer también representa un reto. En el mundo de la política, a una le exigen mucho más, y la tarea se hace más compleja. Sin embargo, cuando el trabajo se hace en clave colectiva, como yo lo he podido adelantar desde hace tantos años, resulta menos arduo.


DB: ¿Cuál sería la principal apuesta de su campaña presidencial?


A. M. R: Poder transitar de un Estado guerrerista y militarizado a uno sensible y cuidador, que invierta más en la tierra, en educación, en salud y en cultura. Eso es lo que he querido plantear, afincada en muchos años de trabajo y de la mano de distintas organizaciones sociales y políticas que me han acompañado hasta el momento.


DB: ¿Qué características debería tener la política feminista en Colombia?


A. M. R: Hay algo en lo que yo he trabajado de la mano de varias organizaciones, y es la reflexión en torno al tema del cuidado. El cuidado de la vida, el reconocimiento de los trabajos de cuidado que realizan las mujeres en sus hogares, y la idea de un Estado cuidador. Lo otro es la tarea que tenemos de proteger, desarrollar y hacer pedagogía sobre el cuidado de la naturaleza, del agua, de los bosques: todo en la línea que nos han planteado los ambientalistas de que la naturaleza no nos pertenece, sino que nosotros le pertenecemos a ella. En esa medida, hay que cuidarla y protegerla.


Otra tarea que he hecho durante todo este tiempo en el Congreso de la República es el tema que algunas autoras llaman las economías diversas; es decir, estos modelos económicos que enfrentan la globalización y los modelos neoliberales y que señalan formas de economía como la campesina, la solidaria, o la cooperativa. Hay que pensarnos en un sistema productivo desanclado de este modelo neoliberal que es tan devastador y produce tanta pobreza.


Otro tema fundamental es la cero tolerancia a las violencias contra las mujeres y a cualquier forma de violencia. Tenemos siglos de hombres gobernantes o de políticos que de una u otra forma justifican, desde su patriarcado explícito o sutil, las violencias en contra de las mujeres, jóvenes y niñas. Finalmente, es necesario buscar un sistema tributario que cumpla con los principios de la Constitución; que sea progresivo, transparente y eficiente: algo totalmente diferente a lo que hemos tenido en Colombia.


DB: En Colombia hay mucha gente que todavía piensa que el feminismo es un movimiento exclusivamente para las mujeres. ¿Cómo hacerles entender a las personas que una agenda política feminista no es una política hecha solamente para las mujeres sino hecha para todo el país y que va a ayudarnos a todos y todas?


A. M. R: Es claro que el feminismo inicia con reivindicaciones identitarias. Y, al mismo tiempo, con una aspiración a la igualdad desde la diversidad, porque hay mujeres campesinas, afro, indígenas, jóvenes, mestizas. Ahora bien, cuando yo hablo de un Estado cuidador, no es uno que cuide solo a las mujeres. Un Estado cuidador trata de tener en cuenta que, si estamos en un país que empezó a hacer un tránsito de la guerra a la paz, tenemos que disminuir la inversión en gasto militar. Un Estado cuidador prioriza la vida, la vida digna; eso no es solamente para las mujeres.


Lo que pasa es que sí hemos sido las mujeres, desde estos movimientos feministas que son los de un feminismo de frontera—, las que hemos aspirado a una profunda transformación de los territorios que habitamos, y allí caben hombres, mujeres y todas las expresiones de diversidad sexual y de género. Caben los viejos, los jóvenes, los indígenas, los pueblos afro, los ambientalistas y animalistas. De hecho, una enorme potencialidad de este feminismo de frontera es su capacidad de articular muchas luchas.


Es necesario buscar espacios y hacer pedagogía sobre esa mirada tan prejuiciosa que ha habido sobre las feministas, que nos ha caracterizado como “histéricas”, “peligrosas”, “brujas”. Es fundamental enseñar que hay una tarea de largo aliento, y que quienes hemos cuidado la vida de todos desde hace siglos hemos sido las mujeres, y no por esencia, sino porque culturalmente hemos sido puestas en ese lugar.

 
 

DB: Hablando de los jóvenes, que se han vuelto protagonistas durante las manifestaciones de los últimos días, ¿usted cree que veremos los efectos de la actual movilización y del malestar que sienten los colombianos respecto al gobierno actual en las próximas elecciones?


A. M. R: Yo esperaría que sí, porque esto que hemos llamado estallido social, que supera la figura de un paro, ya tenía expresiones anteriores. En 2014, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) mostró que el movimiento social en Colombia estaba de regreso, luego de una gran pausa desde los años 70. Después, en 2018, también vimos a los jóvenes invitándonos a la calle para reclamar un mayor presupuesto para la educación. En 2019 ya vemos ese estallido ciudadano con movilizaciones maravillosas, pero, además, es cuando vemos de manera más contundente la barbarie policial.


Ahora viene esto que estamos viviendo, donde de nuevo volvemos a la calle con una invitación del Comité del Paro, pero que lo desborda por completo. Hoy los jóvenes exigen muchas reivindicaciones: respecto al hambre, a la desigualdad, al acceso y la calidad de la educación, al trabajo digno. Básicamente lo que se está pidiendo es tener un nicho de vida con dignidad: salud, educación, ingreso y renta básica. Entonces, hay que escuchar y priorizar una agenda que logre lo que se está pidiendo en las calles.


DB: Uno la ve mucho a usted compartiendo con la gente. En su Twitter hay varias fotos suyas con mujeres jóvenes y niñas. ¿Qué es lo mejor que una niña o una mujer joven le ha dicho?


A. M. R: Me han dicho tantas cosas [se ríe]. Pero han sido muchas de esas mujeres las que me han alentado y me han dicho: “Adelante, Ángela María”. Otra de las cosas que me dicen con mucha frecuencia es: “Gracias por estar aquí, por acompañarnos, por ser una voz que se levanta para defender nuestros derechos y deseos”. Quizá una de las expresiones que resuenan mucho en mí y que me mueven es: “Gracias por acompañar nuestro deseo de libertad”.

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