En esta entrevista habla Sergio Guarín, director del área de posconflicto y construcción de paz de la Fundación Ideas para la Paz (FIP). Esta organización es uno de los principales centros de pensamiento en Colombia sobre paz y seguridad, con más de 15 años de experiencia. Investigan y crean documentos académicos con el fin de generar conocimiento para contribuir a la construcción de una paz estable y duradera en Colombia.
FOTO: Juan Camilo Hernández
Directo Bogotá: ¿A dos años de la firma de los Acuerdos de Paz, qué nos puede decir sobre la forma como Colombia está viviendo el posconflicto?
Sergio Guarín: A dos años la institucionalidad colombiana ha tenido una enorme capacidad para poner en marcha cosas que son difíciles, como, por ejemplo, la Jurisdicción Especial para la Paz, que es un aparato institucional robusto, detallado, burocrático, con un montón de procedimientos, figuras, funciones y bueno, lo ha hecho y lo ha hecho rápido. En los temas de la paz, la rapidez es una cosa discutible, pero se ha logrado hacer de manera rápida. Del mismo modo se puso en marcha la Comisión de la Verdad, la Comisión para la búsqueda de las personas desaparecidas, arrancaron los juicios de las FARC.
Ha empezado la reparación de las víctimas a través de la restitución del fondo de tierras. Algunas de las reformas rurales están poniéndose en marcha. O sea, que han sido años en los cuales la institucionalidad colombiana ha sorprendido por su capacidad de reacción. Pero pues al mismo tiempo son años que nos demuestran que esta violencia de Colombia tiene mucho que ver con un Estado que es deficiente. Con un Estado que le cuesta trabajo llevar los bienes públicos a la gente más necesitada. Un Estado que sigue siendo muy corrupto. Un Estado que sigue siendo muy cortado por intereses de la política más pequeña, entonces creo que esos son asuntos que le dan como contrapeso al tema.
DB: ¿Usted que conoce los territorios, cuál el mayor obstáculo del posconflicto en las regiones?
Es determinante que el acuerdo de paz no estuvo acompañado, y eso era algo que se discutió en La Habana y queda en el acuerdo, El acuerdo de paz No se acompañó con un eficiente esfuerzo de una política de sometimiento de los grupos armados, criminales, herederos del paramilitarismo, que estaban compartiendo regiones con Las FARC. Es decir, en muchos lugares del país en donde estaba Las FARC, esta guerrilla no era un actor armado hegemónico.
En algunos casos, tenía competencia con el ELN y con los reductos del EPL como muy criminalizados en el Catatumbo. Pero en la mayoría de los casos, su competencia era con organizaciones criminales mucho más relacionadas con el narcotráfico y con el comercio o el manejo económico ilícito de los recursos naturales. Como por ejemplo el Clan del Golfo, Los Pelusos y Los Puntilleros.
Al desmovilizarse Las FARC, estos grupos que quedan flotando en los territorios, pues obviamente aprovechan la oportunidad para ocupar esos espacios y para volverse actores hegemónicos. En parte, las disidencias de Las FARC se explican como una reacción de esa guerrilla para contener las amenazas permanentes de esos grupos. Y yo creo que el no tener una política eficaz de sometimiento a la justicia de esos grupos y no haber podido contener esa amenaza criminal.
En realidad, es el mayor obstáculo territorial que ha tenido el acuerdo de paz. Porque El acuerdo de Paz, llevarlo exitosamente a cabo, requiere unas condiciones mínimas de seguridad, las cuales no existen en Colombia. Esto se da principalmente en el Catatumbo; en el norte y nordeste antioqueño; en el occidente antioqueño en frontera con Chocó, en la zona de Urabá; en Chocó; Nariño; Pacífico nariñense y Cauca nariñense.
DB: ¿Cuáles son los principales hallazgos con los que usted ha encontrado en las regiones en estos dos años?
Voy a hablar principalmente del norte de Antioquia, en el que he estado trabajando muy de cerca en los últimos dos años. Se ve una enorme esperanza y una enorme expectativa de parte de la comunidad. Porque sin duda la guerra la vivían muy cerca y la hegemonía de las FARC era muy determinante en la vida de las personas. Y la idea de que ya no existiera Las FARC y que las reglas de juego iban a cambiar, generó una enorme expectativa. También generó una enorme expectativa el inicio de los planes del posconflicto.
Las realizaciones de los PDTS generaron una sensación de que algo estaba cambiando y de que el acuerdo de paz se empezaba a tener unos resultados muy tangibles. A medida que pasaron los meses empezó a haber cierto desencanto, sobre todo en la parte en lo tocante al tema de la sustitución de los cultivos ilícitos. Esa es una zona donde se concentra un importante número de hectáreas de coca. Esa economía cocalera a través del acuerdo de paz empezó a intentarse cambiar. En el municipio del que nosotros trabajamos muy cerca, que fue Briceño, más del 90% en los campesinos, los que firmaron el compromiso de sustitución, cumplieron con quitar las matas de coca.
En ese municipio se levantar más de 1.200 hectáreas de coca. Pero la gente empezó a ver que la asistencia técnica que había propuesto el Estado para hacer los proyectos productivos no llegó. Ya llevan más de un año, ya dejaron de recibir el estipendio mensual y todavía los nuevos proyectos no funciona. Hay una enorme incertidumbre. En este último tramo lo que ha sucedido es que con el triunfo de Iván Duque como presidente pues esa incertidumbre aumentó. En el sentido de que muchos de los campesinos y las autoridades locales no saben qué va a pasar. Aunque el presidente ha sido muy claro diciendo que los compromisos se van a honrar, para la gente es evidente que tiene que haber cambios y que es obligación del presidente hacer cambios. Ahí están los hallazgos, yo creo que estos dos años han sido un camino de la esperanza y la expectativa a la incertidumbre y el escepticismo.
DB: ¿De acuerdo con lo que usted ha visto, si el país quiere avanzar en la construcción de paz qué tiene que cambiar o fortalecer en su gobernabilidad?
El fortalecimiento de la institucionalidad pública local es clave en la construcción de la paz. A mí me parece que Colombia no puede hacer una agenda de construcción de paz a nivel territorial con unas autoridades locales tan débiles. Las autoridades locales son débiles en todo. La burocracia local es débil en número de personas; en la formación que reciben esas personas para hacer sus cargos; en el acompañamiento que el Gobierno nacional les da para que tengan buen desempeño en sus cargos; y en los recursos que les dan a ellos para hacer realidad las cosas.
La paz, desde mi punto de vista, es un propósito que se construye desde las regiones hacia la nación. No es un propósito nacional que llega a las regiones. Y para esto se necesita actores regionales que puedan solucionar problemas: tu necesitas alcaldes que sean capaces de atender una crisis de desplazamiento; tú necesitas alcaldesas que puedan hacer un presupuesto participativo; tú necesitas un buen consejo municipal que tenga un plan de ordenamiento territorial bueno. Se necesita los mejores hombres y mujeres jóvenes fortaleciendo las burocracias locales durante los próximos 15 años en Colombia. Por ejemplo, los líderes sociales son los mejores de los mejores para esta necesidad.
DB: ¿Qué papel están jugando los excombatientes que están en las regiones en la construcción de paz?
Voy a referirme de nuevo al norte de Antioquia. Los excombatientes del Frente 36 y del Frente 18 que permanecen en el Acuerdo de Paz, han cumplido un rol muy positivo en todas las tareas del posconflicto. Han ayudado a que el PDT sea posible; ayudaron en las Asambleas de Sustitución; movilizaron y ayudaron a movilizar a la gente para que hiciera la sustitución de los cultivos ilícitos; han apoyado la conformación de cuadros directivos del nuevo partido político de Las FARC; se han vinculado en discusiones públicas.
Además, son personas visibles. Por ejemplo, el comandante del Frente 36, alias Vicente Román, que vive en Briceño es una persona visible para la comunidad. Hace sus tareas y ha empezado acudir a los llamados de la justicia transicional. En ese caso en particular han cumplido un rol muy positivo.
Dirección editorial: Bibiana Mercado
Cátedra Análisis de Conflicto
Coordinación editorial: María Camila Pérez Godoy