Diana Salcedo, subdirectora de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (LIMPAL), organización antimilitarista y feminista, lanzó junto a un grupo de excombatientes de FARC Mujeres un informe acerca de la implementación en el posacuerdo de los temas de enfoque de género, muestra que uno de los mayores desafíos del acuerdo es salir del papel y enfrentar una cotidianidad que no siempre está dispuesta a la reconciliación y mucho menos al reconocimiento de la mujer excombatiente como agente de construcción de paz.
FOTO: Natalia Melón
Directo Bogotá: Dentro de las lógicas guerrilleras surge cierta autonomía de la mujer al verla como una “compañera de lucha” ¿Cómo se garantiza que estas mujeres no pierdan este empoderamiento al entrar en una cotidianidad donde los roles de género están afianzados de manera distinta?
Diana Salcedo: El caso de FARC es bastante distinto al de otros grupos armados, las excombatientes vienen con un proceso político bastante robusto y eso no ha pasado en otros grupos. El que las mujeres se unan así a la vida civil les ha implicado encontrarse con dinámicas de desigualdad y de opresión a las que nos vemos sometidas en una sociedad como esta, pero ellas vienen también con una mochila de conocimientos, de liderazgo. Llegan a las comunidades con una forma de ser mujer distinta a la nuestra y nos enseñan un montón de cosas también. Me parece que lo más bonito que se está dando en el territorio de cambio de escenario, es la posibilidad de que las mujeres de la sociedad civil reconozcan en ellas también interlocutoras válidas.
DB: ¿Cuál es la postura de LIMPAL frente a la violencia sexual hacia las excombatientes?
DS: Nosotras somos absolutamente respetuosas de la postura que tiene FARC en decir que no acepta la comisión de delitos sexuales dentro de las filas. Pero creemos que como lo han mostrado otros procesos a nivel internacional incluso procesos nacionales como los del M-19 u otros. El reconocer la existencia de prácticas violentas contra las mujeres, más allá de la violencia sexual, dentro de un grupo armado pasa justamente por hacer un proceso interno. Las mujeres en este momento de FARC están tratando de hacerse un lugar en la esfera política y pública de un país que además de no reconocerlas como mujeres, no las reconoce como excombatientes.
Más adelante pueden salir cosas o no, pero eso hace parte de un proceso interno que la sociedad está llamada también a respetar y esperar, evidentemente en otros procesos después de muchos años y de un acompañamiento psicosocial hay muchas excombatientes que dicen: “bueno, si hay o si hubo estas prácticas” y se pueden reconocer, pero quién es la sociedad civil para decir lo que pasaba allá adentro. Creo que un proceso de paz como el colombiano, tan debilitado por otras cosas generar este tipo de ruidos también hace que se debilite de una u otra manera la apuesta ciudadana por la paz y que exista una cortina de humo para que el resto de las cosas no se vean, entonces, creo que el acento debería estar ahorita mucho más en cómo hacemos para que este proceso no se caiga y cómo hacemos para que tanto FARC como Estado respondan ante todo el Sistema Integral de Verdad Justicia y Reparación.
DB: ¿Qué tan difícil ha sido para la mujer de la vida civil en los territorios romper con la estigmatización hacia la exguerrillera?
DS: Hay de todo un poco, algunas mujeres tienen ciertos límites con ellas, pero hay otras que las han recibido desde la escucha y se empiezan a identificar con cosas que a ellas también les han pasado en su vida antes de la guerrilla o después, o incluso en el momento de la guerra, pues, se empieza a dar ese reconocimiento.
A las mujeres hacer procesos comunitarios se nos da fácil, entonces creo que se han generado esas lógicas de empatía en los territorios y nosotras de manera particular con el LIMPAL hacemos un ejercicio que se llama en “Clave de Re”, que busca el reconocimiento y la reconfiguración de relaciones de poder entre mujeres y ese ejercicio nos ha permitido trabajar con excombatientes y con mujeres de la sociedad civil que han sido víctimas, dejando resultados bonitos en los que evidentemente para ellas el situarse en los zapatos de la otra en tanto víctima o en tanto mujer armada ha significado contar la historia de otra manera. No es que las mujeres de manera natural perdonemos, ni tengamos una sensibilidad para tocar estos temas, pero cuando logramos un punto de encuentro en el cual nos vemos reflejadas en la otra, se abren caminos de manera distinta.
DB: ¿Cuáles han sido las diferentes formas productivas a las que se han vinculado las excombatientes? ¿Qué clase de trabajos están llevando a cabo en los procesos de reincorporación?
DS: Justamente es una de las preocupaciones de las mujeres de FARC, ellas vienen con unos saberes, por ejemplo, en la guerrilla cocinaban para un montón de gente y sabían hacer las cosas incluso con elementos que no son necesariamente los comerciales sino los que había en el monte; cuando han llegado a los procesos de reincorporación se han encontrado con actividades productivas como trabajar en un restaurante, algo que ellas ya saben hacer, además, las capacitaciones normalmente empiezan desde cero olvidando que las mujeres traen unos saberes ya, eso también ha dificultado el proceso de proyectos productivos.
Otro de los hallazgos de este informe (hjbh)es que el Estado ha generado una oferta en materia de proyectos productivos que están muy relacionados con los roles tradicionales de las mujeres, entonces, la costura, la cocina y el cuidado son los temas principales, olvidando que las mujeres en la guerrilla en particular han incursionado en otros roles distintos a los tradicionalmente asignado, ahí el reto es ¿cómo el Estado logra reconocer estos saberes de las mujeres y potenciarlos? Porque en últimas este proceso es para que la sociedad también tenga beneficios.
DB: ¿Cuál es la diferencia en la vida cotidiana de la mujer rural que residía zonas de conflicto y la que habita hoy en día estos territorios de construcción de paz?
DS: Yo respondería con uno de los testimonios que nos dio una mujer que reside en estas zonas que decía “yo después de la firma del acuerdo y cuando ya supe que se fueron a los espacios pude empezar a dormir con pijama, porque antes tenía que estar todo el tiempo en ropa por si tocaba salir corriendo” otra nos decía “ahora puedo hacer la celebración del cumpleaños de mis hijos invitando a mi familia, antes no era posible porque era ponerlos en una situación de riesgo”.
Creo que más allá de los avances que a nivel nacional se puedan reconocer del acuerdo, la cotidianidad de muchas mujeres ha cambiado, la lógica de guerra en los territorios ha cambiado mucho y si bien permanecen y coexisten otros actores armados, por lo menos, en lo que corresponde a las FARC como grupo guerrillero creo que sí ha cambiado no solamente la cotidianidad sino también la percepción que tienen estas mujeres de la lucha armada. Poco a poco se van dando procesos de empoderamiento colectivo y liderazgo. Ha cambiado mucho la manera en que interlocutan y en que se generan nuevas dinámicas de asociatividad en el territorio.
Dirección editorial: Bibiana Mercado
Cátedra Análisis de Conflicto
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